El suicidio en adolescentes es una realidad inquietante que sigue cobrándose vidas. Según la OMS, el suicidio es la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años, aumentando considerablemente en la última década.
Por ello, en el Día Mundial del Bienestar Mental en Adolescentes, no podemos dejar de atender a este preocupante tema, y lo vamos a hacer desde la perspectiva del aula. ¿Qué sienten los docentes cuando uno de sus alumnos se suicida? ¿Qué podemos hacer desde el entorno educativo para fortalecer la salud mental de los más jóvenes y prevenir el suicidio?
La ideación suicida desde la mirada de una docente
Durante su carrera como profesora, la profesora Santa Magdalena Mercado jamás se imaginó que iba a enfrentar la ideación suicida de uno de sus alumnos y, mucho menos, había recibido capacitación al respecto.
La docente compartió su historia en el artículo «Hay día después de la noche: una experiencia de ideación suicida entre un maestro y un estudiante universitario», publicado en la revista Trayectorias Humanas Transcontinentales.
La profesora relata que experimentó escalofríos y una profunda tristeza cuando uno de sus alumnos (del que omite el nombre para proteger su identidad), tras quedarse dormido durante una de sus clases, le comentó: «Me quiero morir, hace tiempo que me duermo deseando no despertar nunca». Aquel momento fue una llamada de atención. La profesora, con respeto y empatía, tocó su hombro y le brindó un espacio seguro para compartir su historia.
El joven se sentía invisible, a pesar de vivir con sus padres y hermanos. Jamás le dirigían la palabra y, mucho menos, le preguntaban cómo se sentía. Su novia le había dejado y había vivido una experiencia traumática de agresión sexual. Todo ello lo había dejado en un estado de desesperanza.
«Sigo viviendo porque estoy vivo, (…) vengo a clase porque es el momento en el que logro olvidarme de lo que me sucedió y de cómo me siento. Es el lugar donde escucho mi nombre; el lugar donde me hablan, donde me preguntan cosas, y donde siento que existo». La profesora le brindó su apoyo y, con su consentimiento, le buscó ayuda profesional.
Años después, recibió un mensaje del adolescente que la conmovió profundamente. Le agradecía por aquella mano en el hombro y por escucharlo con atención: «Esa noche pensaba en suicidarme y el recuerdo de su mano en mi hombro me detuvo, quiero que sepa que estoy bien y seguiré así…muchas gracias».
Este relato no solo destaca la importancia de la empatía y la escucha activa en el aula, sino que también nos recuerda que, a veces, un simple gesto puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte
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El papel del educador en el fortalecimiento de la salud mental
La experiencia compartida por la profesora Mercado resalta el papel crucial que desempeñan los docentes en la prevención del suicidio entre los adolescentes.
Su labor va más allá de la enseñanza académica; se trata de construir relaciones significativas que puedan marcar la diferencia en la vida de sus alumnos.
Es por ello que cada vez son más los educadores que demandan orientación y formación para adquirir las herramientas necesarias para identificar las señales de alarma, brindar apoyo sin juzgar, guiar a las personas hacia la ayuda que requieren e implementar proyectos de prevención en los centros educativos.
Una de las estrategias más efectivas en este sentido es la educación socioemocional, y el compromiso de los docentes en la tarea no solo es valioso, sino también esencial para construir un futuro más esperanzador y seguro para nuestros jóvenes.
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Educación para la vida: un factor protector
La Organización Mundial de la Salud (OMS), en el manual «Vive la vida: una guía de implementación de prevención del suicidio en los países» (2021), subraya que fomentar competencias socioemocionales en los jóvenes es fundamental para prevenir el suicidio.
Los adolescentes que cuentan con una sólida educación emocional, es decir, con formación para la vida, son capaces de gestionar el estrés, la ansiedad y otras emociones negativas, enfrentar los desafíos de la vida con una actitud positiva y mayores recursos y priorizar su bienestar integral.
El entorno escolar tiene el potencial de convertirse en ese espacio que empodera a los adolescentes
Además, puede servir como un lugar donde se detecten y atiendan las primeras señales de alerta, contribuyendo así a la creación de una comunidad más solidaria y consciente de la importancia de la salud mental.
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6 estrategias efectivas para promover el aprendizaje socioemocional en el aula
1. Fomentar la autoconciencia
Esto puede incluir diarios emocionales, donde los alumnos registren sus sentimientos y reflexionen sobre ellos, o ejercicios de mindfulness que les permitan estar más presentes y conectados con sus emociones, mientras aprenden a manejar el estrés y la ansiedad.
Implementar actividades que ayuden a los estudiantes a identificar y comprender sus propias emociones
2. Desarrollar habilidades de regulación emocional
Animarlos a hablar sobre cómo se sienten y a escuchar activamente a sus compañeros. También se pueden enseñar técnicas de gestión de las emociones, como la respiración profunda, la expresión creativa (dibujo, música, escritura, pintura) o el uso de afirmaciones positivas. Estas herramientas permiten a los estudiantes manejar el estrés y la ansiedad de manera más efectiva, ayudándoles a responder a situaciones desafiantes con mayor calma y control.
Crear un espacio seguro donde los estudiantes puedan expresar sus sentimientos y emociones
3. Promover la empatía y las relaciones positivas
Juegos de rol, debates o proyectos comunitarios pueden ayudar a los estudiantes a ponerse en el lugar del otro, desarrollando así habilidades empáticas y fortaleciendo las relaciones interpersonales.
Organizar actividades grupales que fomenten la colaboración y el trabajo en equipo
4. Incorporar la resolución de conflictos
Las técnicas de resolución incluyen reflexionar antes de actuar y la comunicación asertiva para resolver problemas sin causar daño. Se puede trabajar con el uso de mediadores entre pares, donde se les instruya en cómo escuchar activamente y encontrar soluciones pacíficas a los desacuerdos, promoviendo un ambiente escolar más armonioso.
Enseñar técnicas para resolver conflictos de manera pacífica y constructiva
5. Crear un entorno seguro e inclusivo
Fomentar una cultura donde todos los alumnos y alumnas se sientan valorados y escuchados, lo que contribuye a su bienestar emocional. La inclusión de diversas perspectivas también ayuda a construir una comunidad más fuerte.
Establecer normas claras sobre respeto y aceptación dentro del aula
6. Desarrollar actividades colaborativas
Las actividades colaborativas ayudan a los estudiantes a desarrollar habilidades sociales y a aprender a trabajar juntos de manera efectiva.
Organizar actividades que requieran colaboración y trabajo en equipo
Conclusión
Los docentes, desde el entorno educativo, pueden jugar un papel muy importante en la detección y prevención del suicidio entre los adolescentes. Una de las estrategias más eficaces a su alcance es implementar la educación emocional en el aula, ya que esto fortalece la salud mental de los niños y adolescentes, creando una sociedad más sana y emocionalmente más inteligente.
Bibliografía:
Mercado Ibarra, Santa Magdaleno. (2020). Hay día después de la noche: una experiencia de ideación suicida entre un maestro y un estudiante universitario. Revista Trayectorias Humanas Transcontinentales, (8). https://doi.org/10.25965/trahs.3063
Organización Mundial de la Salud. (2021). Vive la vida: una guía de implementación de prevención del suicidio en los países. https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/54718/9789275324240_spa.pdf?sequence=1&isAllowed=y
Organización Mundial de la Salud. (2024). Suicidio. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/suicide
