El 5 de noviembre se celebra el Día Internacional de las Personas Cuidadoras, como reconocimiento público de la gran labor que desarrollan aquellas personas, profesionales o familiares, que dedican sus vidas a cuidar de personas enfermas, con discapacidad o de la tercera edad.
Desde iRG queremos sumarnos a este importante día, centrándonos específicamente en los cuidadores familiares. En este artículo abordaremos la experiencia de soledad y desgaste que a menudo experimentan, ya que, a pesar de la importancia de su labor, a menudo pasan desapercibidos y enfrentan desafíos físicos y emocionales que pueden llevarlos al agotamiento. Porque, ¿quién cuida al cuidador?
Perfil del cuidador
Los cuidadores familiares son, en su mayoría, mujeres de entre 45 y 65 años, aunque no es inusual encontrar cuidadores mucho más jóvenes o mayores. La mayoría de ellos no tienen formación en cuidados, sino que se ven en la posición de brindar ayuda a un familiar debido a la falta de recursos para contratar ayuda especializada. Esta labor demanda tiempo, energía, paciencia y un alto nivel de compromiso, aspectos que impactan directamente en la vida del cuidador y pueden afectar su salud física y mental.
El rol del cuidador familiar es invisible en muchos casos
Aunque la sociedad reconoce la importancia de atender a los más vulnerables, pocas veces se piensa en el desgaste que implica para la persona que dedica sus días a esta tarea.
La soledad del cuidador
La soledad es una constante en la vida de muchos cuidadores familiares. Al concentrarse en el cuidado del ser querido, suelen dejar de lado su vida social, limitando sus interacciones a las del entorno inmediato y renunciando a actividades recreativas. Esta soledad se manifiesta de varias maneras:
- Aislamiento social: Los cuidadores tienden a dedicar la mayor parte de su tiempo al cuidado, lo que limita su contacto con amigos, familiares lejanos e incluso colegas, en caso de que mantengan algún empleo.
- Pérdida de la identidad personal: Con el tiempo, el cuidador puede empezar a definirse únicamente por su rol de cuidador, olvidando otras facetas de su vida que antes eran importantes para ellos.
- Falta de apoyo emocional: Es común que el cuidador no encuentre con quién compartir sus experiencias, preocupaciones o emociones, ya que muchas veces sus familiares no comprenden completamente el impacto de su rol.
La soledad incrementa el riesgo de que el cuidador desarrolle problemas emocionales, como la depresión y la ansiedad
Sin alguien que los escuche y brinde apoyo, los cuidadores pueden sentir que sus necesidades son invisibles y su vida ha quedado en segundo plano.
Desgaste físico y emocional
El desgaste físico y emocional es otra realidad que enfrentan muchos cuidadores. El cuidado de un familiar puede implicar tareas extenuantes como movilizar al paciente, ayudarlo con la higiene personal, administrar medicamentos y asistir en las necesidades diarias. Con el tiempo, el desgaste puede ser profundo y afectar varios aspectos de su salud:
- Problemas físicos: El estrés prolongado puede generar problemas físicos como insomnio, dolores de cabeza, fatiga crónica y dolores musculares, entre otros. Además, algunos cuidadores desarrollan problemas de movilidad o musculares por las tareas físicas que deben realizar.
- Estrés y ansiedad constantes: La responsabilidad de cuidar a alguien puede generar una carga emocional significativa. Los cuidadores pueden desarrollar ansiedad debido a la preocupación constante por el bienestar de la persona a su cargo.
- Síndrome del cuidador quemado: Este fenómeno, también conocido como bournout del cuidador, ocurre cuando el agotamiento físico y emocional llega a tal punto que el cuidador siente que no puede continuar con su labor. Este síndrome se caracteriza por el agotamiento, la irritabilidad, la baja energía y una sensación de despersonalización hacia el paciente.
El desgaste no solo afecta la calidad de vida del cuidador. También puede poner en riesgo su salud a largo plazo, haciendo que su capacidad para cuidar se vea comprometida
Necesidades del cuidador
Para que los cuidadores familiares puedan mantener su bienestar físico y emocional, es fundamental que se cubran ciertas necesidades. Estas son algunas de las más importantes:
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1. Apoyo emocional y psicológico
La soledad y el estrés pueden ser abrumadores si no se tiene un espacio seguro para expresar emociones y preocupaciones. Los grupos de apoyo y la terapia individual son opciones altamente recomendables.
Los grupos de apoyo permiten que los cuidadores compartan experiencias, aprendan de otros en situaciones similares y se sientan acompañados
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2. Tiempo de descanso
Es esencial que los cuidadores cuenten con espacios de descanso y desconexión. Esto puede lograrse a través del apoyo de otros familiares, turnándose para brindar cuidados, o mediante la contratación de ayuda externa si es posible.
La falta de descanso acelera el desgaste y pone en riesgo la salud del cuidador
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3. Acceso a recursos educativos y formación
Para muchos cuidadores, la falta de conocimientos sobre el manejo de determinadas condiciones puede ser una fuente constante de estrés. A través de programas de formación, los cuidadores pueden adquirir habilidades en el manejo de situaciones médicas, aprender técnicas para movilizar al paciente y conocer más sobre la condición que enfrentan.
Acceder a programas de formación aporta al cuidador una sensación de mayor control y confianza en sus habilidades de cuidado
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4. Tiempo para actividades personales
Es importante que el cuidador mantenga una vida propia más allá de sus responsabilidades de cuidado. La recreación, el ejercicio, los pasatiempos y el contacto con amigos y familiares son esenciales para su salud mental.
Reservar tiempo para sí mismo, permite que el cuidador se recargue de energía
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5. Reconocimiento y valoración de su rol
El reconocimiento de la tarea desempeñada por el cuidador, tanto por parte de la familia como de la sociedad, es fundamental para que este no se sienta invisible y no desfallezca en su labor.
A menudo, el cuidador siente que su esfuerzo no es valorado, lo que añade un peso emocional extra
¿Cómo evitar el agotamiento?
Para evitar el colapso emocional y físico, los cuidadores pueden recurrir a ciertas prácticas y estrategias:
- Incorporar rutinas de autocuidado: Actividades como la meditación, el yoga y los ejercicios de respiración pueden ser de gran ayuda para reducir el estrés y mejorar el bienestar.
- Practicar la autocompasión: Los cuidadores suelen ser sus críticos más duros. Practicar la autocompasión les permite reconocer sus límites y aceptar que no tienen que ser perfectos.
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- Establecer límites saludables: Es importante que el cuidador aprenda a decir «no» cuando siente que una demanda excede sus capacidades, y busque apoyo cuando sea necesario.
- Buscar ayuda profesional en salud mental
En momentos de alta carga emocional, el apoyo de un profesional de salud mental puede marcar una gran diferencia y ayudar al cuidador a procesar sus emociones
Conclusión
La soledad, el desgaste físico y emocional y la falta de reconocimiento son solo algunos de los desafíos que enfrentan en su día a día. Sin embargo, con el apoyo adecuado y la implementación de prácticas de autocuidado, los cuidadores pueden reducir su riesgo de agotamiento y continuar con su importante labor de manera saludable y equilibrada.
La labor de los cuidadores familiares es vital y merece ser reconocida, valorada y apoyada
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