Terapias del siglo XXI para infancias del siglo XXI: por qué la ACT es imprescindible

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Los niños y adolescentes que atendemos hoy no son los mismos que hace 10 o 15 años. Viven en un mundo diferente: digital, acelerado, hipervisual, marcado por la inmediatez y la comparación constante. Sin embargo, muchas de las herramientas clínicas que utilizamos siguen ancladas en modelos del siglo pasado y el contexto actual ha cambiado mucho.

Y aquí está el problema.

Porque cuando los retos cambian, la intervención también debe cambiar. Y eso exige que los psicólogos y psicólogas demos un paso adelante: que actualicemos el marco de trabajo, que miremos el contexto, que dejemos de centrarnos solo en los síntomas y empecemos a trabajar desde el sentido, la función y la historia personal.

En este escenario, las terapias de tercera generación, especialmente la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), no son una moda. Son una necesidad.

 

¿Por qué la intervención tradicional ya no es suficiente?

Durante décadas, la psicología infanto-juvenil estuvo dominada por modelos centrados en la conducta observable. Se intervenía sobre lo que molestaba, lo que se veía: conductas disruptivas, bajo rendimiento, problemas de sueño o alimentación.

El modelo cognitivo-conductual supuso un avance enorme, con protocolos claros, técnicas eficaces y evidencia empírica sólida. Y sigue siendo útil, pero ya no es suficiente por sí solo.

 


Hoy nos enfrentamos a menores con un sufrimiento emocional profundo, pero camuflado. Menores que no verbalizan lo que sienten.


 

Que viven atrapados entre pantallas, exigencias externas y discursos tóxicos sobre la felicidad o el éxito. Que no saben quiénes son, pero saben que “no encajan”. Y eso no se resuelve solo con un refuerzo positivo, una tabla de economía de fichas o el rincón de pensar.

 

ACT: un marco clínico adaptado al mundo real

La ACT ofrece algo esencial: una intervención centrada en el bienestar funcional, no en la supresión del síntoma. Acepta el sufrimiento como parte inevitable de la vida, pero enseña a convivir con él sin quedar atrapado. Trabaja desde valores, no desde juicios. Y lo hace con herramientas que pueden adaptarse perfectamente a la infancia y la adolescencia.

Los seis procesos fundamentales de la ACT (aceptación, defusión, contacto con el presente, el yo como contexto, clarificación de valores y acción comprometida) tienen un enorme potencial clínico cuando se aplican de forma flexible y creativa en población infanto-juvenil.

 

¿Cómo se traduce esto en consulta?

Veamos algunos ejemplos reales:

  • Aceptación: adolescentes que evitan situaciones por miedo a fallar o hacer el ridículo. En lugar de trabajar la “eliminación del miedo”, se trabaja la aceptación del malestar y la exposición progresiva con sentido.
  • Defusión cognitiva: niños que dicen “no valgo para nada” o “lo hago todo mal”. En lugar de contradecir directamente (“sí vales”), se enseña a observar ese pensamiento como un producto mental, no como una verdad absoluta.
  • Contacto con el presente: menores atrapados en bucles de culpa o preocupación, que no duermen, no descansan, no disfrutan. Se trabaja la atención plena, la autorregulación emocional y digital, la conexión con el aquí y ahora.
  • Clarificación de valores: en consulta, muchos adolescentes verbalizan valores profundos (ayudar a otros, ser buena persona), pero viven en disonancia con ellos. La ACT permite reconectar conducta y valores personales, generando dirección y propósito.
  • Acción comprometida: niños y niñas que, pese al malestar, son capaces de dar pasos valientes hacia lo que importa, aunque no se sientan “preparados”. Porque actuar con miedo no es un fallo, es parte del proceso psicoevolutivo natural.

 

 

Una mirada clínica diferente

ACT no es solo un conjunto de técnicas. Es una forma de mirar a la persona. Una forma que prioriza el contexto, que entiende el entorno, que no reduce el sufrimiento a una disfunción interna, sino que lo sitúa en la historia vital y el mundo en que ese niño o adolescente está creciendo.

Hoy atendemos a menores que viven en un entorno estructuralmente ansiógeno: redes sociales, presión académica, aislamiento, falta de espacios de juego o diálogo real. Y eso no se “cura” con disciplina ni con control, sino con acompañamiento, validación y sentido.

 

La clave: intervenir sin adultocentrismo

Uno de los errores más frecuentes en salud mental infanto-juvenil es el adultocentrismo: pensar desde lo que nos parece lógico a nosotros, desde nuestra experiencia adulta, desde nuestras prioridades. Pero los niños y adolescentes no son adultos en miniatura. Son personas con una vivencia diferente del mundo, del tiempo, del dolor, del miedo, de la esperanza.

La ACT nos permite intervenir desde la comprensión, no desde la corrección. Nos obliga a escuchar de verdad. A hacer espacio a lo que no entendemos. A soltar el control y acompañar el proceso.

Y eso, aunque no siempre es fácil, es profundamente transformador.

 

No basta con conocer, hay que integrar

Cada vez hay más terapeutas que se forman en ACT. Pero también es cierto que aprender ACT no es solo hacer un curso o leer un manual. Implica un cambio de enfoque, de postura profesional, incluso de autoconocimiento y una formación intensa en terapias contextuales. Porque si no somos capaces de aplicar los mismos procesos a nuestra vida, difícilmente podremos guiar a otros.

 


El contexto actual exige profesionales actualizados, flexibles, comprometidos con una mirada ética e integradora.


 

La psicología no puede seguir funcionando con recetas estandarizadas para realidades completamente distintas.

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Conclusión

La infancia y adolescencia del siglo XXI necesitan herramientas del siglo XXI. No porque las anteriores no hayan funcionado, sino porque la realidad ha cambiado radicalmente. Y si no cambiamos con ella, nos volvemos parte del problema.

La ACT es una propuesta sólida, avalada científicamente, adaptable y profundamente humana. Nos permite intervenir desde el respeto, la claridad y la coherencia. Y, sobre todo, nos recuerda lo más importante: que no se puede ayudar a nadie si no se le comprende primero.

 


El momento de cambiar es ahora


 

No te pierdas

Este artículo está basado en la conferencia ‘Un enfoque contextual para los desafíos emergentes en la salud mental infantojuvenil’, impartida por la psicóloga clínica  Sònia Cervantes en el marco del II Congreso Virtual de Psicología y Educación de iRG. Puedes acceder al contenido completo aquí (a partir del minuto 3:44:25).

 

 

Conoce a Sònia Cervantes, docente en iRG

  • Licenciada en Psicología (UB)
  • Máster en Psicología Clínica y de la Salud, Terapeuta Sexual y de Pareja
  • Terapeuta Infanto-juvenil y educadora en Inteligencia Emocional
  • Ha participado en programas de televisión como Hermano Mayor y El campamento, en los que ayudó a jóvenes con problemas de violencia filioparental.
  • Imparte clases en el Máster Universitario Oficial en Psicología Clínica Infantojuvenil en iRG.
Escrito por Sònia Cervantes

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