Es difícil imaginar sin que duela lo que debe de sentir por dentro una persona para decidir quitarse la vida. La mente humana no llega a esta decisión de manera espontánea, sino tras meses, quizá años, de sufrimiento y desesperanza.
El suicidio es una tragedia en todos los sentidos. Para la persona que lo comete, porque ha perdido la vida, cuando en realidad no deseaba morir, sino solo dejar de sufrir. Para la familia y amigos, porque la pérdida de un ser querido en estas circunstancias viene acompañada de un amargo sentimiento de fracaso y culpa (qué hicimos mal, le hemos fallado…) Para la sociedad, porque todas las vidas cuentan, y un país con alto índice de suicidio indica que su gobierno no está haciendo lo suficiente para proteger la salud mental de sus ciudadanos.
Hoy, 10 de septiembre, se celebra el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Desde iRG deseamos sumarnos a este día con un mensaje de esperanza dirigido con especial cariño a todas esas personas que se encuentran en un momento difícil y que a veces desearían acabar con su dolor saliendo por la puerta de atrás. Y dado que se trata de un artículo de especial responsabilidad, vamos a basarnos en algunas de las ideas expresadas por la psicóloga clínica y gran experta, Raquel Molero, en una masterclass que ofreció en el programa de eventos de iRG.
El estado de la situación
El suicidio no es un hecho minoritario, sino un verdadero problema de salud pública que va en aumento en todo el mundo. Las cifras no engañan:
- El suicidio se encuentra entre las 10 primeras causas de muerte.
- Cada año mueren cerca de 1 millón de personas por esta causa.
- Cada 40 segundos una persona se suicida en algún lugar del mundo y cada 3 segundos 1 lo intenta.
Respecto a los grupos de población más afectados encontramos a las personas mayores, pero también se aprecia una tendencia al alza en adolescentes. Desgraciadamente, en España, el suicidio se ha consolidado como la principal causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años, superando a los accidentes de tráfico.
Estos datos indican que estamos antes un problema personal y social, y aunque a nivel mundial se están liderando diferentes estrategias, España sigue sin contar con un plan específico estatal para la prevención del suicidio. Además, cuenta con 3 veces menos psicólogos públicos que la media de la Unión Europea, concretamente 6 por cada 100 000 habitantes, y solo hay 0,55 psicólogos generales por cada 1000 habitantes. Esto, según la experta Raquel Molero, es un problema, porque “si los servicios públicos van muy saturados es difícil la coordinación interdisciplinar tan necesaria en estos casos, y además los trastornos se acaban cronificando”.
El suicidio se puede prevenir
Esta es una de las ideas más importantes que debería calar en todos nosotros como sociedad. Tal y como afirma Molero, “la conducta suicida surge cuando hay una serie de cosas que no hemos tratado durante un tiempo y se acaba cronificando». Y añade: “Incluso cuadros asintomáticos que a priori no son patológicos, si no se trabajan se patologizan y pueden llegar a agravarse lo suficiente como para desencadenar en una tentativa de suicidio o suicidio consumado”. Por ello, si sentimos que algo no está bien en nuestra vida y no sabemos cómo manejarlo debemos consultar cuanto antes con un médico o/y un psicólogo.
Los síntomas no tratados pueden provocar intentos de suicidio, lo que pone de relieve la necesidad de una intervención temprana y de sistemas de apoyo.
La atención temprana es crucial, ya que permite identificar y abordar factores de riesgo a tiempo
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¿Cuándo pedir ayuda?
- Si experimentamos sentimientos de tristeza, ansiedad, irritabilidad o desesperanza durante más de dos semanas.
- Si estos sentimientos están afectando a nuestra vida cotidiana.
- Si sufrimos cambios significativos a nivel de apetito y sueño, o perdemos el interés por actividades que antes disfrutábamos.
- Si nos cuesta controlar las emociones o sufrimos crisis emocionales frecuentes.
- Si estamos recurriendo al alcohol u otras sustancias para escapar de lo que sentimos.
- Si presentamos dolores físicos (dolor de cabeza, de estómago…) sin una causa justificada.
- Si tenemos pensamientos recurrentes de inutilidad, culpa excesiva, o de autolesión o suicidio. En este último caso, es muy importante buscar ayuda profesional inmediatamente.
Debemos tener en cuenta que el psicólogo es un profesional sanitario preparado para apoyarnos en situaciones difíciles y que no hay un tiempo «demasiado temprano» para buscar ayuda si sentimos que la necesitamos
La transitoriedad de las emociones
Otra idea muy interesante aportada por Molero en su webinar es la de la transitoriedad de las emociones, un concepto fundamental en la prevención.
Por muy intensas que sean las emociones tienden a cambiar con el tiempo. La desesperanza o el dolor que sentimos hoy no persistirá con la misma intensidad siempre. Sin embargo, en momentos de crisis, las personas podemos sentirnos atrapadas en las emociones, creyendo que no habrá salida o cambio.
En este sentido, la intervención del psicólogo, ayudándonos a reconocer que las emociones, por muy dolorosas que sean, son temporales y manejables es vital para prevenir la ideación alrededor del suicidio.
El suicidio es una “solución” permanente para un problema temporal
Hay salida
Otro mensaje importante que nos aporta la experta es que hay alternativas al suicidio, aunque quizá en este momento seamos incapaces de verlo.
En momentos de profunda tristeza y desesperación, es común que las personas experimentemos distorsiones cognitivas que nos dan una visión de túnel.
La visión de túnel es particularmente peligrosa en situaciones donde una persona está considerando el suicidio, porque puede no ser capaz de ver otras salidas o soluciones a su sufrimiento, contribuyendo a la percepción de que el suicidio es la única opción, aunque ya hemos visto que no lo es.
Para encontrar una vía de salida, la intervención conjunta del psiquiatra y el psicólogo es muy importante
En muchos casos, los medicamentos pueden ser necesarios para tratar desequilibrios químicos en el cerebro que contribuyen a la depresión y la desesperanza. Por su parte, el terapeuta proporciona un espacio seguro para explorar los sentimientos y encontrar maneras de afrontarlos, y ayuda a realizar la transición hacia pensamientos que afirmen la vida.
No estás solo
Es muy común que las personas que idean o planean suicidarse se sientan profundamente solas. Muchas veces no es una percepción real, pues cuentan con familia y amigos que les apoyan, pero su desregulación emocional no les permite apreciarlo.
Es importante contar con una red de apoyo que ofrezca perspectiva y consuelo durante los momentos de crisis. En la mayoría de los casos será la familia y los amigos quienes intenten ofrecer este apoyo, pero si una persona realmente no puede o cree que no puede contar con ellos todavía le quedan otros recursos: puede pedir ayuda al psicólogo, a su médico de cabecera, a la asistenta social de su ayuntamiento, a un consejero espiritual y, por supuesto, a las líneas gratuitas de ayuda que existen para ayudar a las personas en esta situación de crisis existencial. También hay grupos, tanto en línea como presenciales, donde se puede compartir experiencias con personas que están pasando por situaciones similares. Estos grupos ofrecen un sentido de comunidad y comprensión que puede ser muy reconfortante.
Si te encuentras solo, hay muchas personas, no necesariamente familiares o amigos, dispuestas a guiarte y ayudarte para que encuentres tu propia red de contención
Qué hacer si eres un familiar y amigo
- Si la persona ha tenido un intento de suicidio, ten en cuenta que los 3 meses siguientes son críticos, con el riesgo máximo concentrado en las primeras dos semanas. Mantente alerta y asegúrate de que se le hace seguimiento clínico para prevenir una segunda tentativa.
- Esconde pastillas, objetos punzantes, cuerdas, productos tóxicos y cualquier objeto con el que podría autolesionarse.
- Si tiene una crisis no le dejes solo; avisa a los servicios de urgencias y quédate con él hasta que lleguen.
- No digas cosas que le pueden hacer sentir culpable, como, por ejemplo: «¿Es que no entiendes que con esto estás haciendo daño a tu familia?» Él o ella ya siente suficiente dolor y, además, tus palabras pueden ser un nuevo motivo que justifique su acción: «Hago sufrir a mi familia. Tengo que librarles de mí.»
- No invalides sus emociones con expresiones como: «Olvídate de eso y ya verás como te volverás a sentir bien». La persona no está mal porque quiera, y su malestar no se arregla dejando de pensar, sino que requiere transitar un largo camino para el que va a necesitar ayuda profesional y mucho apoyo del entorno.
- No le digas que lo hace para llamar la atención. Incluso si una persona dice que quiere morirse y no lo intenta, debemos tenerlo en cuenta como un factor de riesgo a futuro.
- No le digas que todo saldrá bien. Son expresiones que resultan tremendamente superficiales e irritantes para una persona que está en plena crisis. Realmente esa persona solo necesita que permanezcas a su lado y no que le vaticines el futuro; un futuro que, no lo olvidemos, él ve completamente negro.
- No te pongas de ejemplo ni hables de otros. «A tu edad, a mí me pasaba igual y mira qué bien que estoy ahora.» Este tipo de comentarios no conectan con el sentir de la persona, y solo conseguirías que se sienta todavía más sola y desvalida. Limítate a escucharla, tratando de comprenderla. No necesita nada más de ti.
- Escucha lo que te dice sin juzgarla. Molero aseguró en su webinar que “en todos los años de profesión no he escuchado a ningún paciente decir tonterías. Podemos estar de acuerdo o no, pero todo lo que dicen está perfectamente estructurado en su historia”.
- Mantén un tono de voz calmado.
- Y para ti: apóyate en lecturas de fuentes confiables, consulta con un psicólogo que te asesore, asiste a reuniones de asociaciones de supervivientes, etc. Tener un familiar que ha hecho intentos autolíticos es una experiencia muy estresante para la familia. Informarte en fuentes fidedignas sobre el tema y apoyarte en expertos te ayudará muchísimo a saber qué puedes hacer y qué no.
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Hay terapias psicológicas efectivas
Afortunadamente, existen varios enfoques terapéuticos, como la terapia cognitivo-conductual (TCC), que ha demostrado gran efectividad para tratar la depresión, o la terapia dialéctico comportamental (TDC), que es un tipo de terapia diseñada para el tratamiento de conductas suicidas reiteradas. En ellas se ofrecen estrategias de regulación emocional, tolerancia al dolor y de efectividad interpersonal, a la vez que se trabaja con estrategias de mindfulness. Molero afirma que el mindfulness “incrementa el control consciente de la emoción, aumentando la regulación emocional y la eficacia ante situaciones de estrés agudo sostenido, cosa que va a provocar que el paciente se sienta más competente en la solución del problema.
Diversos estudios constatan que la terapia dialéctico conductual es un modelo terapéutico eficaz para reducir autolesiones y tentativas de suicidio
¿Cómo trabaja el psicólogo para ti?
El psicólogo trabaja en colaboración con un equipo multidisciplinar formado por psiquiatras, médicos de atención primaria, equipos de emergencia, trabajadores sociales, terapeutas ocupacionales, y familia y amigos del afectado. El objetivo principal del trabajo en equipo es proporcionar una atención completa que aborde tanto los aspectos psicológicos como físicos y sociales del paciente, asegurando su seguridad y bienestar a largo plazo.
Más específicamente, el psicólogo:
- Te escucha activamente, ofreciéndote un espacio donde explorar tus sentimientos sin el temor de ser juzgado.
- Te ayuda a explorar nuevos propósitos y significados que te permitan mirar con esperanza el futuro.
- Te conduce hacia un compromiso con la vida y a no hacerte daño.
- Te enseña a tener mayor flexibilidad cognitiva que te ayude a abrirte a una nueva perspectiva.
- Te enseña a hacerte un plan de seguridad que te ayudará a protegerte en momentos de crisis.
- Te enseña a diseñar técnicas de afrontamiento, para que adquieras confianza en ti mismo y te veas como una persona capaz de superar las dificultades.
- Te enseña estrategias de regulación emocional para manejar el estrés y las emociones intensas.
- Te ayuda a fortalecer las redes de apoyo y otros factores protectores.
- Etc.
Si eres psicólogo, educador, trabajador social o profesional de la salud te puede interesar el Máster en Atención en Crisis y Conductas de Riesgo en Adolescentes.
Conclusión
El suicidio es la solución equivocada para salir de una situación que nos causa extremo dolor. Existen alternativas efectivas y accesibles, como la terapia psicológica, el apoyo de personas cercanas, las líneas de ayuda y la práctica de técnicas del mindfulness o atención plena. Es fundamental recordar que las emociones intensas, aunque abrumadoras, son transitorias. Buscar ayuda profesional y crear un plan de seguridad pueden salvar vidas. Explorar alternativas de afrontamiento y conectar con la comunidad también son formas poderosas de encontrar esperanza y solución.
Recuerda: No estás solo: el apoyo está disponible y hay múltiples caminos hacia la recuperación del bienestar
Líneas de ayuda
- ANAR 900 20 20 10: Teléfono/chat de ayuda a niños/as y adolescentes.
- Línea O24 de atención a la conducta suicida. Línea telefónica del Ministerio de Sanidad de ayuda a las personas con pensamientos, ideaciones o riesgo de conducta suicida, y a sus familiares y allegados, que busca la contención emocional por medio de la escucha activa.
- Teléfono de la esperanza: 717 003 717. ONG de voluntariado y de acción social que ofrece un servicio integral y gratuito de apoyo a las personas que se encuentran en situación de crisis.
- 112 o 091. Servicios de emergencia. En los casos de riesgo inminente, el SAMUR – Protección Civil dispone de psicólogos de emergencias para el apoyo psicológico a las víctimas y entorno.
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