La estacionalidad en psicología clínica: una variable a tener en cuenta

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Al comenzar la práctica clínica, es común que la atención se enfoque en lo que el paciente dice y en lo que ocurre en su entorno más cercano. Sin embargo, hay una variable sutil, cíclica y poderosa que puede estar modulando los síntomas sin que se note fácilmente: la estacionalidad. No se trata de un diagnóstico, pero sí de un patrón que puede marcar la diferencia entre una intervención genérica y una intervención realmente ajustada a la persona. Este artículo busca ayudarte a identificar, comprender y trabajar con la estacionalidad como un fenómeno a observar, especialmente útil en casos de trastornos afectivos y del estado de ánimo.

 

¿Qué es la estacionalidad en salud mental?

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La estacionalidad se refiere a la recurrencia de ciertos síntomas psicológicos o psiquiátricos en determinadas épocas del año. No se trata de supersticiones ni de un mito popular. Está respaldada por estudios clínicos y forma parte de los criterios diagnósticos del DSM-5, que permite aplicar el especificador «con patrón estacional» a trastornos como la depresión mayor y el trastorno bipolar. Dicho especificador se añade al diagnóstico principal (depresión mayor o trastorno bipolar) cuando el patrón estacional está presente.

 


En el DSM5, el trastorno afectivo estacional no aparece como un diagnóstico independiente, sino como un especificador “con patrón estacional”


 

Generalmente, se observa una mayor incidencia de síntomas depresivos en los meses de otoño e invierno. Esto se asocia a una menor exposición a la luz solar, cambios en la rutina, reducción de la actividad física y aislamiento social. En otros casos, especialmente en ciertos cuadros bipolares, los síntomas maníacos o hipomaníacos pueden intensificarse en primavera o verano.

 


La estacionalidad es un factor modulador importante en el curso y la expresión de algunos trastornos


 

Pero, aunque el DSM solo reconoce formalmente la estacionalidad en los trastornos afectivos, algunos estudios han observado variaciones estacionales en síntomas o recaídas de otros trastornos:

  • Trastorno afectivo estacional secundario a esquizofrenia o esquizoafectivo: Algunos pacientes muestran agravamiento de síntomas negativos en invierno.
  • Trastornos del sueño: El insomnio o hipersomnia pueden aumentar en invierno en casos de depresión con patrón estacional.
  • Trastornos de ansiedad: La ansiedad social o el trastorno de pánico a veces empeoran con el cambio estacional, pero no está formalmente reconocido.

 

¿Por qué es importante tenerla en cuenta en consulta?

Porque la estacionalidad puede alterar el curso del trastorno, condicionar el pronóstico, e incluso provocar un falso positivo o un falso negativo en la evaluación. No es lo mismo una persona que lleva semanas en estado de ánimo bajo por un duelo reciente, que alguien que cada noviembre empieza a mostrar los mismos síntomas, sin una causa clara, desde hace años.

Identificar este patrón ayuda a:

  • Ajustar los tiempos y objetivos del tratamiento.
  • Prevenir recaídas anticipándose a la estación crítica.
  • Evitar sobremedicalizar síntomas que podrían ser pasajeros o cíclicos.

 

Qué preguntar y cómo intervenir

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Algunas preguntas clave a incorporar en la entrevista clínica:

  • «¿Has notado si te sientes peor en alguna época del año?»
  • «¿Tus síntomas aparecen siempre en el mismo periodo, aunque tu vida esté estable?»
  • «¿Te afecta especialmente la falta de luz o el frío? ¿Y el calor o los cambios de rutina en verano?»

 

Una vez identificado el patrón, puedes trabajar desde varios ángulos:

  • Psicoeducación: ayudar al paciente a entender cómo la estación puede estar influyendo.
  • Prevención estacional: establecer con antelación rutinas de exposición a la luz, actividad física, sueño e interacción social.
  • Trabajo con valores: en casos de apatía estacional, puede ayudar reconectar al paciente con actividades significativas que no dependan de la motivación.
  • Seguimiento proactivo: programar sesiones clave antes y durante la estación crítica.

 

Casos clínicos

  1. Depresión mayor con patrón estacional: Marta tiene 28 años. Desde hace cinco otoños, comienza a sentirse más cansada, se aísla, duerme de más y pierde el interés por su trabajo. No hay conflictos familiares ni laborales recientes. En primavera, todo remite.
  2. Trastorno bipolar con estacionalidad: Álvaro, 34 años, tiene un diagnóstico de trastorno bipolar tipo II. Sus episodios hipomaníacos suelen aparecer en abril, cuando aumenta su actividad, duerme poco y comienza nuevos proyectos. En otoño suele caer en depresión leve.
  3. Ansiedad estacional veraniega: Lucía, 22 años, siente ansiedad extrema durante el verano. El calor le provoca sensación de ahogo y los cambios de rutina rompen su sensación de control. Aunque no es un caso de patrón estacional oficial, es clave identificar cómo ciertas estaciones desregulan a algunos pacientes.

 

¿Todos los pacientes se ven afectados por la estacionalidad?

No. Pero es más común de lo que parece. La estacionalidad no siempre es total ni constante: puede atenuarse con el tiempo o variar según las circunstancias. Por eso, no se trata de diagnosticarla en todos los casos, sino de tenerla como hipótesis clínica y revisarla periódicamente en pacientes con trastornos del estado de ánimo.

 


El clima no solo cambia el ambiente, también puede mover la mente


 

Consejos finales para psicólogos jóvenes

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  • No subestimes lo sutil. La estacionalidad no grita, pero sus efectos pueden ser profundos.
  • Registra los ciclos. Haz un seguimiento cronológico de los síntomas.
  • Anticipa. Trabajar antes de que llegue la estación vulnerable puede reducir recaídas.
  • Individualiza. No todos responden igual: mientras unos se deprimen en invierno, otros se agitan en verano.

 

Conclusión

Incorporar la variable estacional al análisis clínico no es añadir una moda, sino recuperar una dimensión cíclica que siempre ha estado presente en la vida humana. Los antiguos hablaban de melancolía invernal y euforia primaveral. Hoy, la ciencia lo confirma y nos permite actuar. Como psicólogos podemos entrenarnos para “ver” patrones invisibles. Y la estacionalidad es uno de ellos. Observarla puede darnos una ventaja terapéutica sutil, pero poderosa. Y en la clínica, muchas veces, eso marca la diferencia.

 


La estacionalidad no es un diagnóstico, pero sí una pista. Aprender a detectarla puede dar ventaja clínica y mejorar la precisión de la intervención


 

Revisado y aprobado por Raimon Gaja, psicólogo clínico, fundador y director de iRG.
Escrito por Redacción iRG

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