El próximo 25 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y desde iRG deseamos contribuir con este artículo centrado en uno de los tipos de violencia más extendidos y difíciles de detectar: la violencia psicológica.
A lo largo del artículo exploraremos cómo la violencia psicológica se diferencia de las relaciones disfuncionales y qué papel desempeña la psicoterapia en el proceso de ayudar a las víctimas a recuperar el control sobre sus vidas.
Sabemos que es un tema de gran importancia para quienes estudian psicología y para todas aquellas personas que desean entender cómo afecta el maltrato emocional a la salud mental y la vida cotidiana de las víctimas. Por ello, para abordar esta temática con la profundidad y rigor que merecen, nos hemos basado en una excelente masterclass impartida por la experta en violencia de género, Alicia Romero, dentro de las actividades complementarias que organiza semanalmente el instituto Raimon Gaja.
Alicia Romero es docente del Máster Universitario Oficial de Sexología Clínica y Terapia de Parejas de iRG.
Violencia psicológica y relación disfuncional
Para entender la violencia psicológica en una relación de pareja, es fundamental distinguirla de una relación disfuncional. Ambas pueden causar malestar y dolor, pero no son lo mismo. Una relación disfuncional suele derivar de la incapacidad de manejar adecuadamente los problemas cotidianos o crisis de la relación, como sucede, por ejemplo, en una ruptura dolorosa. En este caso, el malestar surge por la manera en que se lidia con el conflicto, pero no necesariamente implica violencia psicológica.
Por otro lado, la violencia psicológica va más allá de un mal manejo de los conflictos. Es una estrategia de control y dominio en la relación, usualmente ejercida por un miembro sobre el otro, con la intención de someter o anular a la otra persona.
A diferencia de las crisis temporales en una relación disfuncional, en la violencia psicológica se busca manipular y afectar la percepción de la realidad del otro, haciéndolo sentirse incapaz o indigno
¿Cómo se expresa la violencia psicológica?
La violencia psicológica puede adoptar múltiples formas, algunas de las cuales son más fáciles de identificar que otras. Algunas señales comunes de este tipo de violencia son:
- Aislamiento de la persona: El agresor a menudo busca aislar a su pareja de su red de apoyo, como amigos o familiares, aunque no lo haga de forma directa. En lugar de prohibir abiertamente el contacto con otros, puede criticar a los amigos, espiar conversaciones o reaccionar negativamente cada vez que su pareja intenta socializar, provocando que la víctima acabe evitando estas situaciones para no entrar en conflicto.
- Distorsión de la realidad: El agresor puede minimizar o normalizar sus conductas violentas, diciendo frases como: “Todas las parejas discuten”, o culpando a la víctima por su propio comportamiento (“Es que me obligas a gritarte”). Esto genera en la víctima una confusión que dificulta que reconozca la violencia que está sufriendo.
- Amenazas y chantaje: Otra estrategia consiste en amenazar con terminar la relación, quitarle la custodia de los hijos o llevar a cabo actos autolesivos. Este tipo de amenazas genera una dependencia emocional basada en el miedo, lo que reduce aún más la autonomía de la víctima.
- “Love bombing”: Esta técnica consiste en una manifestación exagerada de afecto, común al inicio de la relación, seguida de una devaluación y desprecio hacia la víctima. Esta alternancia genera una dependencia emocional, al combinar elogios y cariño con desprecio y rechazo.
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¿Por qué las víctimas no rompen con una relación abusiva?
Para quienes observan desde fuera, la solución parece clara y sencilla: dejar la relación. Sin embargo, para la víctima, romper estos lazos puede ser extremadamente difícil. Existen varias razones por las que las personas que sufren violencia psicológica permanecen en una relación abusiva:
- Dependencia emocional: La violencia psicológica a menudo se desarrolla de manera gradual. Al tratarse de un proceso progresivo, la persona se habitúa al maltrato sin percibir de inmediato el peligro.
- Baja autoestima y estilos de apego inseguros: La dependencia emocional que muchas víctimas experimentan puede estar ligada a estilos de apego inseguros desarrollados en la infancia, especialmente si han crecido en un entorno donde se normalizaba la negligencia o el abuso emocional. Estos patrones pueden contribuir a la creencia de que no merecen algo mejor, perpetuando así el vínculo con el agresor.
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- Vergüenza y culpa: Las víctimas de violencia psicológica suelen experimentar una gran carga de culpa y vergüenza, que les dificulta hablar de su situación con personas de su entorno. Han escuchado demasiadas veces frases simplistas como: “Si te trata mal, déjalo”, que, aunque bienintencionadas, no reconocen la complejidad emocional de la situación.
La influencia del estrés crónico y el trauma infantil
Las víctimas de violencia psicológica suelen arrastrar consigo un estrés crónico que afecta sus relaciones en la adultez. Esta condición se asocia a menudo con el estrés postraumático complejo, una consecuencia de experiencias traumáticas en la infancia o la adolescencia, como el abuso o el abandono emocional.
Estos traumas afectan la manera en que las personas se relacionan con otros, generando una propensión a permanecer en dinámicas de dependencia y maltrato.
La terapia no solo debe centrarse en abordar la relación actual, sino también en sanar heridas previas que pueden haber facilitado la tolerancia al abuso
La intervención terapéutica puede ayudar a la persona a restaurar su autoestima, romper con patrones nocivos y establecer una vida más plena y libre.
La psicoterapia y el camino hacia la recuperación
El proceso de psicoterapia es fundamental para las personas que sufren violencia psicológica, ya que ofrece un espacio seguro y sin juicios para que puedan comprender lo que están experimentando y trabajar en su recuperación emocional. Sin embargo, este proceso no siempre es rápido, y el terapeuta debe estar preparado para acompañar a la persona sin presionarla hacia una solución inmediata.
En el entorno terapéutico, es esencial que el psicólogo o terapeuta:
- Evite juzgar: Juzgar o presionar a la persona para que rompa de inmediato con la relación puede generar resistencia o retraimiento. La víctima necesita un espacio de comprensión donde se respeten sus tiempos y sentimientos.
- Fomente la autocomprensión y la autorresponsabilidad: Más que prescribir una salida rápida, el terapeuta debe ayudar a la persona a entender sus emociones y temores. Desactivar el mensaje interno de “No puedo” es un paso esencial para que la víctima recupere la capacidad de tomar decisiones por sí misma.
- Enseñe nuevas formas de relacionarse: Muchas veces, las personas que han experimentado violencia psicológica necesitan reaprender a relacionarse de manera saludable. Este cambio de patrones lleva tiempo y requiere desarrollar habilidades para la comunicación y para establecer límites, algo que puede requerir meses o incluso años de terapia.
La psicoterapia brinda un lugar de empatía y seguridad para que la víctima pueda empezar a reconstruirse
A lo largo de este proceso, el terapeuta no solo ayuda a identificar el origen de las conductas violentas en su pareja, sino que también facilita la recuperación de la autonomía emocional, promoviendo cambios profundos y sostenibles en la vida de la persona.
Conclusión
La violencia psicológica es una forma devastadora de abuso que, aunque a menudo es invisible, tiene efectos graves y duraderos en la salud mental. La labor terapéutica es, en este sentido, una herramienta vital para que la víctima pueda procesar su experiencia y recuperar la confianza en sí misma, logrando así reconstruir sus relaciones y su vida con un nuevo sentido de dignidad y bienestar.
Si eres psicólogo clínico
No te pierdas la masterclass “Afrontando la violencia de género”, impartida por Alicia Romero, con estrategias terapéuticas, consejos útiles, un caso clínico y una ronda de preguntas de gran interés para estudiantes y profesionales de la psicología clínica interesados en la violencia psicológica.
Alicia Romero Fernández es licenciada en psicología y en criminología, experta en psicología forense y psicoterapeuta con orientación integradora con más de 20 años de experiencia. Se ha especializado en la elaboración de informes periciales para procesos judiciales, muchos de ellos en violencia de género.
Actualmente es docente en el Máster en Sexología Clínica y Terapia de Parejas de iRG.
Bibliografía recomendada
-Navarro, B.V, Romero, A. Crímenes sexuales. Psicopatología del delito. Madrid: Sekotia Editorial.
– Irigoyen, M.F. (2006). Mujeres maltratadas. Los mecanismos de la violencia en la pareja. Barcelona : Paidós.
– Labrador, F.J., Paz Rincón, P., Luis, P. de, & Fernández Velasco, R. (2004). Mujeres víctimas de la violencia doméstica: programa de actuación. Madrid: Pirámide.
– Bucay, Jorge. (2008) El elefante encadenado . Barcelona: Serres.