La terapia psicológica no consiste solo en lo que ocurre durante las sesiones en las que psicólogo y paciente están juntos en consulta.
El tratamiento no va solamente de hablar con sinceridad, sino que también es importante trabajar de manera sistemática y constante en nuestros pensamientos, emociones y conductas.
Por ello, las escuelas psicológicas más prestigiosas, como la cognitivo conductual, le da mucha importancia a las tareas de autoayuda para hacer en casa.
Las tareas para hacer entre consultas son un programa estructurado de actividades, gracias al cual el cliente aprende (a través de tests, diarios de pensamientos, etc.) a conocer la relación entre sus pensamientos, emociones y conducta; al mismo tiempo que aprende habilidades y recursos para afrontar sus problemas de manera más efectiva y conseguir una vida más feliz.
El prestigioso psicólogo norteamericano, David Burns, afirma que “hay una correlación entre el compromiso del paciente con estas tareas de autoayuda y la evolución positiva de la terapia”.
Sin embargo, uno de los principales problemas a los que se enfrentan los psicólogos clínicos es la falta de compromiso de algunos pacientes con las tareas de autoayuda. No “tienen tiempo”, se “olvidan” o directamente se niegan a hacerlo.
En este artículo vamos a hacer un repaso a 14 perfiles de pacientes que habitualmente se resisten a realizar el plan de tareas pautado por el psicólogo, siguiendo el planteamiento de David Burns. Veremos qué motivos les lleva a no colaborar activamente en el tratamiento, aun sabiendo que con ello reducen sus probabilidades de tener éxito.
Además, en esta ocasión, vamos a hacerlo con un punto de humor, gracias al soporte de algunas viñetas que nos van a ayudar a reflexionar y sonreír al mismo tiempo.
1. El paciente perfeccionista
Es muy probable que este paciente quiera cumplir con la tarea encomendada por su psicólogo, pero necesita hacerla tan rematadamente bien, que acaba agobiado y desistiendo. Al tener un tipo de pensamiento basado en absolutos (todo/nada), cree que si no lo hace “perfecto” no va a servir para nada. Pero se equivoca. A menudo, los ejercicios que plantean los psicólogos no requieren más de 10 minutos de dedicación y nadie espera que estén perfectos, puesto que, como saben muy bien los psicólogos, la perfección no existe.
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2. El paciente sin motivación
Este tipo de paciente cree que la motivación precede a la acción. “Ahora no me apetece, ya lo haré mañana”. Pero es probable que al día siguiente le ocurra lo mismo y llegue el día de la próxima visita y los ejercicios sigan sin hacer. El paciente debe tomar conciencia de esta pauta distorsionada de pensamiento y comprender hasta qué punto condiciona el éxito de su tratamiento. Hay muchas cosas en la vida que las hacemos sin que nos apetezcan, simplemente porque sabemos que son necesarias y beneficiosas. Seguir el plan de actividades dictado por el psicólogo estaría en este grupo de cosas que es bueno practicar, incluso sin ganas.
Imagen tomada de: https://www.facebook.com/yoguineando? visitada el 29 de abril de 2024.
3. El paciente “perezoso”
Quien dice perezoso, dice inseguro, indeciso o cualquier otra etiqueta que “justifique” su falta de acción. En el fondo, el paciente cree que la pereza, la inseguridad, etc., forman parte de su personalidad y que no puede cambiar. Pero debe darse cuenta de que se escuda en una etiqueta limitante para no implicarse en la terapia. Es algo parecido a lo que pasa con un fumador que dice que quiere dejar de fumar, pero que no va a hacerlo porque no tiene “voluntad”.
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4. El paciente con baja tolerancia a la frustración
Si el tratamiento se estanca o retrocede, se frustra y desea abandonar.
Hay que comprender que los procesos terapéuticos no son lineales. Lo normal es que haya días de avance, estancamiento y retroceso, porque los altibajos forman parte natural del proceso.
Para alcanzar los objetivos terapéuticos el paciente debe darse un tiempo prudencial, aumentar su umbral de tolerancia a la frustración y persistir más allá de los resultados a corto plazo.
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5. El paciente sobrepasado
Se trata de una persona con muchas cargas, que atiende muchos frentes a la vez y que se siente sobrepasada e incluso al límite de sus fuerzas. De hecho, puede ser que uno de los motivos de consulta al psicólogo sea precisamente su incapacidad para decir no o su necesidad de agradar a todos, aunque eso le suponga una sobrecarga para ella.
En estos casos, si el psicólogo le propone hacer tareas en casa, lo más probable es que piense que se le está cargando “con más trabajo todavía”, en lugar de darse cuenta de que ese pequeño extra de “trabajo” es el que le va a liberar de la sobrecarga que tiene en su vida y que seguramente le ha llevado a terapia.
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6. El paciente que cree que no tiene solución
El paciente, aunque ha acudido a terapia, mantiene la creencia distorsionada de que su caso no tiene solución y que está condenado a sufrir para siempre. Este sentimiento de desesperanza le lleva a no esforzarse y a tirar la toalla.
Si asiste a terapia se desahogará y encontrará alivio emocional en las sesiones, pero probablemente no se implicará ni se comprometerá activamente con el tratamiento.
En el caso de las personas que sufren depresión se reduce su capacidad cognitiva, por lo que pueden sentirse incapaces de hacer algo para ayudarse a sí mismas. Además, como afirma el doctor Burns, “no le ven sentido a escribir sus sentimientos negativos o intentar aprender para mejorar, porque creen que sería ignorar la realidad”.
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7. El paciente emocional
El razonamiento emocional es un tipo de pensamiento distorsionado muy frecuente y puede ser muy limitante.
La persona cree que los sentimientos que experimenta definen lo que es. “Me siento fracasada, por lo tanto soy una fracasada”. Este tipo de pensamiento es muy destructivo, porque la persona puede creer que no conseguirá salir adelante y perder el deseo de superar su problemática.
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8. El paciente que se avergüenza
Algunos pacientes se avergüenzan de lo que sienten o piensan. Temen que si los demás supieran lo que les bulle “por dentro” tendrían una idea negativa de ellos, los rechazarían, etc.
Por eso, aunque acuden a terapia en busca de ayuda, les puede costar mucho compartir sus sentimientos con el terapeuta.
Si el psicólogo propone, por ejemplo, que haga un diario de pensamientos para poder trabajar sobre sus pensamientos distorsionados, es muy probable que no lo haga y que argumente falta de tiempo, olvidos, etc.
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9. El paciente que cree que la terapia consiste solo en hablar
El paciente tiene una idea preconcebida de lo que es una terapia.
Cree que con ir una vez por semana o cada quince días a terapia y sincerarse con el psicólogo ya es suficiente para ponerse bien.
Por eso, cuando el terapeuta le pide que haga tareas de autoayuda entre visita y visita se extraña.
En este caso, el psicólogo debe explicarle la importancia de estas tareas. Al igual que una persona no se adelgaza por el simple hecho de acudir al nutricionista (sin hacer la dieta prescrita); un paciente no va a poder cambiar el patrón de pensamientos distorsionados o el sistema de creencias que está dañando su salud mental si solo se limita a hablar con el psicólogo, sin seguir el programa escalonado de actividades que este le va proponiendo con el objetivo de ayudarle a cambiar aquello que le está dañando.
Es importante que entienda que él es el protagonista del tratamiento y que es necesario que sea un agente activo en el mismo.
Sin la colaboración, implicación y compromiso de la persona consultante, ni el dietista, ni el psicólogo ni el médico pueden ayudar realmente al paciente.
Imagen tomada de: https://twitter.com/DomingaHabla/ visitada el 29 de abril de 2024.
10. El paciente que no asume su responsabilidad
Se trata de una persona que cree que tiene derecho a ser feliz y que no debería esforzarse. No asume su parte de responsabiliad sobre lo que siente y, por tanto, ve injusto que tenga que esforzarse para mejorar: “¿Por qué tengo que hacerlo yo?”
Otros pacientes creen que su estado de salud mental está condicionado por causas ajenas, como la genética, las hormonas o el destino, y que no pueden hacer nada para controlar lo que sienten. Por eso, cuando el psicólogo les plantea un plan de actividades estructurado, no le ven utilidad y se resisten a hacerlo.
También hay pacientes que se resisten a aumir su responsabilidad, porque creen que si aceptan que ellos de una manera u otra están contribuyendo a mantener una salud mental debilitada, la gente les podría culpar.
Imagen tomada de: https://www.pinterest.es/pin/484981453631072760/ visitada el 29 de abril de 2024.
11. El paciente cree que solo quiere medicación
El paciente cree que su estado de ánimo deprimido, ansioso, etc., se debe exclusivamente a un desequilibrio químico y que, por lo tanto, solo sanará con fármacos.
Aunque es cierto que, en algunos casos, se hace imprescindible la toma de medicamentos prescritos por el psiquiatra, combinar la medicación con un tratamiento psicológico puede contribuir al éxito del tratamiento y al mantenimiento en el tiempo de la salud mental conquistada.
12. El paciente que tiene miedo al cambio
El paciente puede oponer resistencia a participar activamente en el plan de actividades que le propone el psicólogo, porque en el fondo sabe que si se implica en el tratamiento se producirán cambios, y esto le provoca mucha ansiedad.
De alguna manera, esta persona se identifica con su dolor emocional; cree que los síntomas con los que convive diariamente forman parte de su identidad y le da miedo deshacerse de ellos. El cambio le produce mucha ansiedad.
Imagen tomada de: https://www.valledeelda.com/noticias/cultura/ visitada el 29 de abril de 2024.
13. El paciente que desconfía de los enfoques prácticos
El paciente cree que ir al psicólogo supone un proceso largo, a veces de años, en el que hay que escudriñar el pasado en busca del trauma o suceso que desencadenó la situación actual. Sin embargo, algunas escuelas psicológicas, como la cognitiva-conductual, que, por otra parte, es la que mayor aceptación tiene entre los psicólogos clínicos, se centra en la solución del problema del paciente en el aquí y en el ahora, y lo hace de una manera muy práctica, proponiendo un plan estructurado de actividades que permita a la persona modificar su sistema de pensamientos o creencias que le produce disconfort o dolor emocional.
A pesar de los magníficos resultados de la terapia cognitivo-conductural, hay personas que desconfían de la practicidad y resolutividad de estas terapias, porque “parece demasiado fácil”. Y aunque es cierto que las actividades son relativamente fáciles de hacer y el planteamiento sencillo, se requiere estar muy enfocado y consciente, y trabajar con constancia para lograr unos resultados duraderos.
Imagen tomada de: https://www.facebook.com/TiendetealDivan/ visitada el 29 de abril de 2029.
14. El paciente que utiliza su negación como forma de castigo
Algunas personas que van a consulta no lo hacen voluntariamente, sino presionadas por los familiares u otras personas. En estos casos, es muy probable que no quieran hacer tareas en casa, porque lo ven como una imposición más, en lugar de como una oportunidad de mejora.
Otras veces, el paciente no hace las tareas de autoayuda propuestas por el psicólogo, porque no confía, no se siente del todo cómodo o está molesto con el psicólogo por algo que ha dicho o ha hecho, y en lugar de hablar abiertamente de lo que piensa, le “castiga” no haciendo las tareas o anulando la visita en el último momento.
Conclusión
Las terapias psicológicas requieren el compromiso de los pacientes. Para que el tratamiento avance más rápido, el psicólogo clínico puede pedir al paciente que haga algunas tareas (ajustadas a sus necesidades específicas) entre consulta y consulta, pero algunos pacientes crean resistencia y se niegan a hacerlas. Se produce así una paradoja, porque por una parte acuden a consulta porque desean sentirse mejor, pero por la otra boicotean una parte del proceso terapéutico.
En ocasiones, no se trata de una resistencia de tipo psicológico, sino que el paciente simplemente no ha entendido la tarea o la importancia de la misma.
Corresponde al psicólogo detectar por qué motivo el paciente no está participando en el plan de tareas y conseguir su adhesión y compromiso.
Porque para que la terapia pueda avanzar con éxito, el paciente no puede tomar un rol pasivo, sino todo lo contrario: debe ser un sujeto activo responsable de su cambio y crecimiento personal.
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Bibliografía
- Sentirse bien: una nueva terapia contra las depresiones. David Burns. Ediciones Paidós.
- El manual de ejercicios para sentirse bien. David D. Burns. Ediciones Paidós.
- Bienestar, Autoestima y Felicidad: Una Guía Para Alcanzar la Estabilidad Psíquica y la Madurez Personal. Raimon Gaja. Editorial Random House Mondadori S. A.