Descubre tus derechos asertivos y mantén una relación satisfactoria contigo mismo y los demás

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En nuestra vida diaria nos relacionamos con muchas personas: la pareja, familia, compañeros de trabajo, etc. En ocasiones, estas relaciones nos generan conflictos internos si siempre dejamos a un lado lo que realmente queremos hacer y hacemos lo que otros quieren por miedo a ser rechazados, generar un conflicto o caer mal. Cuando nos acostumbramos a satisfacer a los demás, podemos acabar olvidándonos de nuestras propias necesidades, deseos y opiniones, con las consecuencias negativas que ello tiene sobre nuestro bienestar emocional y autoestima. Evitarlo es fácil si conoces tus derechos asertivos.

 


La asertividad es la habilidad de expresar tus sentimientos, pensamientos, necesidades y deseos de una forma adecuada, defendiendo tus derechos sin atacar a los demás


 

Los derechos asertivos

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A continuación, veremos algunos de ellos. Puede que pienses que ya los conoces, pero ¿estás seguro de que los aplicas en tu vida diaria?

  • El derecho a quererte y a sentirte bien contigo mismo: Aunque a veces puedas olvidar esta idea tan básica, quererte a ti mismo es TU derecho.
  • El derecho a tener y a expresar tus ideas y sentimientos. El hecho a expresarte libremente es fundamental para sentirte valorado y realizado.
  • El derecho a ser escuchado. Es importante darte cuenta de que tus opiniones tienen el mismo valor que las de los demás.
  • El derecho a ser tratado con respeto. El respeto es la base de la comunicación y de la relación contigo mismo y con las personas de tu entorno.
  • El derecho a tomar tus propias decisiones y a equivocarte. Tienes derecho a tomar consciencia de que tú eres el único responsable de tu vida.
  • El derecho a decir “no” sin sentirte culpable. Ser consciente de que no estás al servicio de los demás, es decir, de que no eres inferior a los demás, sino que todos tenemos el mismo valor.

 


El primer paso para defender tus derechos asertivos es saber cuáles son


 

  • El derecho a pedir algo a los demás, aceptando que los demás también tienen derecho a decir “no”. Es fundamental que comprendas que los demás también tienen sus derechos asertivos y que merecen el mismo respeto que los tuyos.
  • El derecho a cambiar y a superarte a ti mismo. La capacidad de superación y motivación te dará el impulso para conseguir alcanzar tus objetivos y vivir plenamente.
  • El derecho a ser independiente. Ser consciente de que, en última instancia, dependes únicamente de ti mismo y que puedes ejercer o no este derecho, como cualquier otro.
  • El derecho a disfrutar y a tener éxito en la vida. Saborear tu éxito no implica sentirse superior a los demás, sino sentirte satisfecho de tus logros, sin sentirte culpable por ello.
  • El derecho a defender tus derechos y a decidir no ejercerlos. La libertad es la base sobre la que se fundamentan los derechos asertivos.

 


Si solemos ignorar nuestros derechos asertivos, los demás olvidarán que los tenemos y pueden desarrollar una cierta tendencia a vulnerarlos


 

¿Por qué no ejercemos nuestros derechos asertivos?

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Muchas veces entramos en conflicto con nuestros derechos asertivos, porque contradicen creencias que nos han inculcado desde nuestra infancia y que son plenamente aceptadas por la sociedad.

  • “Anteponer nuestras necesidades a las de los demás significa ser egoísta”. Ayudar a los demás es saludable y nos enriquece si no nos sacrificamos a nosotros mismos al hacerlo.
  • “Cometer errores es inaceptable y vergonzoso”. Esta creencia no tiene en cuenta que todos tenemos derecho a cometer errores, a preguntar si tenemos dudas, a pedir explicaciones, etc.
  • “Tenemos que ser siempre consecuentes con nosotros mismos”. Tenemos derecho a dudar y a cambiar de opinión.
  • “Hay que tener cuidado con los cambios porque las cosas podrían empeorar”. No hay motivo para pensar que los cambios tengan consecuencias negativas.
  • “No hay que hacer perder el tiempo a los demás con nuestros problemas. A los demás no les gusta escucharlos”. Pensar de esta manera implica considerar que nuestros problemas no tienen la misma importancia que los de los demás.
  • “Tenemos que adaptarnos a los demás, porque si no lo hacemos no estarán cuando los necesitemos”. Esta creencia anula nuestro derecho a decir “no” sin sentirnos culpables.
  • “Querer estar solo significa que no nos gustan los demás”. Todos necesitamos momentos de soledad para estar con nosotros mismos y eso no significa que rechacemos a las personas de nuestro entorno.
  • “Cuando los demás tienen un problema tenemos que ayudarles”. Podemos ayudar a los demás si queremos, pero ello no significa que debamos anteponer las necesidades de los demás a las nuestras ni que nos responsabilicemos de sus problemas.
  • “Tenemos que ser humildes cuando alguien nos halaga” Pensar de esta manera vulnera nuestro derecho a reconocer nuestros éxitos y estar orgullosos de nosotros mismos por nuestros logros.

 


Estas suposiciones están basadas en una concepción del mundo que supedita al individuo a la opinión de los demás, ignorando su auténtico valor como personas


 

La asertividad se aprende

No nacemos siendo asertivos, sino que la vamos aprendiendo a lo largo de la vida, en función de los modelos de comportamiento que hemos tenido como referencia (nuestros padres, familiares, etc.)

Si estos modelos no han sido adecuados, tendremos más dificultades para actuar de manera asertiva. No obstante, con dedicación y la aplicación de determinadas técnicas, podemos ejercitarnos y mejorar considerablemente.

 


La asertividad no es innata, sino que se aprende. Está en nuestras manos mejorarla


 

Técnicas asertivas para defender tus derechos

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1.El disco rayado

Consiste en repetir una frase de manera insistente una y otra vez (“como un disco rayado”), en tono calmado, sin levantar la voz y lo más amablemente posible, hasta que la otra persona te escuche, se convenza o bien se dé cuenta de que no conseguirá nada con su actitud.

 


Es útil para recuperar el turno de habla y la otra persona no te deja intervenir, y para contrarrestar los argumentos del otro, cuando no da por buenos tus argumentos y quiere hacerte cambiar de opinión


 

 Puedes utilizar expresiones como: «Ya te he dicho que…», «Te repito que…», “Me gustaría insistir en que…”

 

 2. El banco de niebla  

Esta técnica consiste en defender tu punto de vista y, al mismo tiempo, darle la razón a tu interlocutor en lo que consideres que la tiene o bien en aspectos superficiales de sus argumentos. Se trata de afrontar sus respuestas utilizando algunas de sus propias palabras y argumentaciones, pero sin discutir, complementándolo con la técnica del disco rayado si es necesario.

 


Es útil ante acusaciones injustificadas y si crees que tu interlocutor tiene parte de razón


 

Puedes utilizar expresiones como: «Es posible que …», «Puede que tengas parte de razón, pero…», “Posiblemente es así…”

 

 3. Aplazamiento

Consiste en suspender la conversación hasta que se dé un momento más adecuado para mantenerla.

 


Es útil si necesitas tiempo para tomar una decisión o tranquilizarte para responder de manera más objetiva o cuando tu interlocutor está muy alterado y es más provechoso para ambos hablar el tema cuando esté más calmado


 

Puedes utilizar expresiones como: “Ahora no puedo darte una respuesta…”, “Necesito tiempo para pensármelo…”, “Prefiero que lo discutamos más tarde…”

 

 4. Ignorar

Si intentan manipularte. Consistente en no hacer caso a lo que te dice tu interlocutor, pero sin ignorarlo como persona.

 


Es útil para evitar el enfrentamiento directo, cuando la otra persona actúa de manera agresiva, o si no es necesario llegar a un acuerdo con tu interlocutor


 

 Puedes utilizar expresiones como: “No voy a discutir contigo…”, “Prefiero hablar de otra cosa…”, “Este tema no me interesa…”

 

 5. Reconocimiento condicionado

 Se trata de aceptar reconocer que te has equivocado a condición de ser respetado.

 


Es útil cuando reconoces que el otro tiene motivos para estar enfadado, pero no admites su manera de decírtelo


 

Puedes utilizar expresiones como: “He cometido un error, pero por eso no tienes derecho a…”

 

 6. La pregunta asertiva

Parte de la idea de que los comentarios de tu interlocutor tienen buena intención y son constructivos. Consiste en hacer preguntas al otro para tener más información sobre sus argumentos y saber qué quiere que cambies (aunque eso no significa que lo hagas necesariamente), así que con esta técnica consigues que la otra persona sea más concreta.

 


Es útil para hacer frente a las críticas y para conseguir más información sobre la crítica y descubrir qué puedes cambiar para mejorar


 

Puedes utilizar expresiones como: «¿Qué puedo hacer para…?», “¿En qué te basas para decir eso?”, “¿Por qué lo dices?”

 

Ensaya la situación

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Para poder mejorar tu asertividad es importante que practiques y simules situaciones en las cuales apliques todo lo que has aprendido. Como este entrenamiento se da en circunstancias ficticias no sentirás tanta ansiedad y podrás estar más atento a tus reacciones. Así cuando te enfrentes a la vida real podrás afrontarla con más asertividad.

 

Conclusión

La asertividad transforma nuestras relaciones y bienestar al permitirnos expresar nuestras necesidades con respeto y confianza. Practica estas técnicas y haz de tus derechos asertivos una prioridad diaria.

Revisado y aprobado por Raimon Gaja, psicólogo clínico, fundador y director de iRG.
Escrito por Raimon Gaja y María José Mateo

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