En la infancia, el cerebro es una obra en marcha, moldeado por la genética, las experiencias y el entorno. Cuando algo interfiere en esa construcción, sea un síndrome, un traumatismo, una convulsión o un trastorno del desarrollo, la neuropsicología entra en escena como disciplina integradora, que observa, analiza, acompaña y reconstruye. Nuestro trabajo no es solo evaluar funciones cognitivas: es conocer al niño, entender su mundo y ofrecer herramientas que les permitan florecer en él.
En este artículo, exploraremos los principales ámbitos de actuación del neuropsicólogo, desde los desafíos médicos como las infecciones cerebrales o la epilepsia, hasta los contextos educativos y emocionales que requieren intervención especializada.
1. Síndromes genéticos
En el campo de la neuropsicología infantil, uno de los focos esenciales de intervención son las cromosomopatías, es decir, las alteraciones en la estructura o el número de cromosomas, que suelen estar asociadas a dificultades en el desarrollo cognitivo.
Muchos pequeños llegan a consulta con diagnósticos como síndrome de Down, síndrome del X Frágil o síndrome de Turner. Cada uno presenta un perfil cognitivo único, y más allá de los genes, nos encontramos con formas singulares de experimentar y habitar el mundo.
El neuropsicólogo infantil acompaña a cada niño desde su singularidad, potenciando sus capacidades y favoreciendo un desarrollo más pleno, más allá del diagnóstico genético.
2. Afectaciones neurológicas
Algunos niños nacen con malformaciones cerebrales, como la displasia cortical, o presentan condiciones como la parálisis cerebral. Otros desarrollan enfermedades metabólicas que impactan el sistema nervioso. También pueden existir casos de daño cerebral adquirido (DCA). Estas afecciones, congénitas o adquiridas, predisponen al cerebro en desarrollo y pueden influir de forma significativa en sus habilidades cognitivas.
¿Qué hacemos desde la neuropsicología infantil? Realizamos una evaluación funcional individualizada, trabajamos en red con médicos, terapeutas y docentes, y diseñamos intervenciones respetuosas del ritmo y potencial de cada niño.
Las lesiones cerebrales tempranas alteran el desarrollo cognitivo y requieren intervenciones personalizadas y trabajo en red.
3. Traumatismos craneoencefálicos (TCE)
Una caída grave, un accidente de tráfico o una lesión repentina pueden marcar un antes y un después en el desarrollo infantil. Los traumatismos craneoencefálicos (TCE), especialmente en edades tempranas, ponen a prueba no solo la estructura cerebral, sino también la extraordinaria capacidad de resiliencia que poseen muchos niños.
Tras un TCE, el cerebro en desarrollo puede experimentar dificultades sensoperceptivas, motoras, cognitivas y emocionales, y no siempre se manifiestan de forma inmediata. Según algunas teorías neuropsicológicas, los efectos no solo aquejan funciones ya adquiridas, sino también aquellas que aún no han madurado.
Desde la neuropsicología infantil, evaluamos el impacto cognitivo, acompañamos el regreso a la escuela, enseñamos estrategias de compensación y apoyamos emocionalmente a la familia.
Un TCE en la infancia puede afectar habilidades aún no desarrolladas, con secuelas que emergen con el tiempo.
4. Tumores cerebrales
Los tumores cerebrales infantiles, como el meduloblastoma o los de tronco encefálico, pueden provocar hipertensión endocraneal, hidrocefalia y diversas secuelas neurológicas.
Aunque el tratamiento médico (cirugía, radioterapia, quimioterapia) es clave, la neuropsicología infantil se convierte en aliada para enfrentar las consecuencias cognitivas y emocionales que siguen.
Los neuropsicólogos evaluamos antes y después del tratamiento, intervenimos en áreas afectadas, y trabajamos con psicólogos para sostener emocionalmente al niño y su entorno.
Reconstruir no es volver atrás. Es mirar lo vivido, aceptar lo cambiado y abrir espacio a nuevas posibilidades.
5. Epilepsia, convulsiones febriles y estatus convulsivos
La epilepsia es una condición neurológica crónica que afecta con frecuencia a niños desde el nacimiento hasta la primera infancia. Las crisis epilépticas (incluidas las convulsiones febriles y el estatus convulsivo) pueden alterar el rendimiento neuropsicológico, a menudo de forma variable. Esta fluctuación se debe tanto al impacto directo de las crisis en el cerebro como al efecto de los medicamentos antiepilépticos, que, aunque necesarios, pueden influir en funciones como la atención, la memoria y el procesamiento de la información.
En estos casos, el neuropsicólogo infantil es esencial para evaluar el impacto neurocognitivo y guiar estrategias que favorezcan la adaptación funcional y educativa del niño.
La epilepsia infantil impacta funciones cognitivas clave y exige evaluación neuropsicológica para una mejor adaptación escolar.
6. Meningitis o encefalitis
En la infancia, algunas infecciones del sistema nervioso como la meningitis (inflamación de las meninges) o la encefalitis (inflamación del tejido cerebral) pueden alterar el desarrollo neuropsicológico de manera significativa. Estas afecciones, de origen viral o bacteriano, perjudican estructuras delicadas como el cerebelo, el parénquima o el tronco encefálico. Incluso cuando la recuperación médica es exitosa, las secuelas neuropsicológicas pueden persistir: trastornos del lenguaje, alteraciones cognitivas, déficit de memoria, epilepsia, cambios conductuales o dificultades emocionales.
En estas situaciones, no solo importa lo que el cerebro perdió, sino lo que aún puede aprender. Porque con el acompañamiento adecuado, la neuropsicología abre puertas a nuevos caminos.
Tras una meningitis o encefalitis infantil, el cerebro puede cambiar, pero también tiene mucho por aprender.
7. Trastornos del neurodesarrollo
Son alteraciones producidas como consecuencia de un desarrollo anormal del sistema nervioso central durante la etapa de maduración.
Dentro de los trastornos del neurodesarrollo están la discapacidad intelectual, los trastornos de la comunicación, el trastorno del espectro autista (TEA), el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), los trastornos específicos del aprendizaje (como dislexia, disgrafia o discalculia) y los trastornos motores (como el trastorno del desarrollo de la coordinación o tics).
¿Qué hacemos desde la neuropsicología? Los neuropsicólogos realizamos una evaluación exhaustiva de las funciones cognitivas, emocionales y conductuales para identificar el perfil particular de cada niño con un trastorno del neurodesarrollo. Con esta información se diseña un programa de intervención que potencia sus fortalezas, compensa sus dificultades y favorece su autonomía.
También orientamos a familias y docentes con pautas prácticas para mejorar el aprendizaje, la adaptación escolar y la vida diaria. El trabajo incluye un seguimiento continuo que permite ajustar las estrategias según la evolución del niño.
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Conclusión
Cada niño es una historia. Y detrás de cada perfil neuropsicológico hay un potencial que espera ser descubierto. Como neuropsicólogos, somos parte de ese proceso transformador que no solo mide funciones cognitivas, sino que abre caminos de inclusión, comprensión y acompañamiento genuino.
Bibliografía
- Cuervo Martínez, Á. y Ávila MataMoros, A. M. (2010). Neuropsicología infantil del desarrollo: Detección e intervención de trastornos en la infancia. Revista Iberoamericana de Psicología: Ciencia y Tecnología, 3(2),59–68.
- Rosselli, M., Matute, E. y Ardila, A.(2018).Neuropsicología del desarrollo infantil. Editorial Manual Moderno.
- Semrud-Clikeman, M. y Teeter, P. A.(2011). Neuropsicología infantil: Evaluación e intervención en los trastornos neuroevolutivos. Madrid: Pearson-UNED.
Escrito por Paloma Cabaleiro, docente iRG
- Docente en el Instituto Raimon Gaja (iRG)
- Doctora en Psicología
- Neuropsicóloga Clínica Acreditada
- Entrenadora EMDR Acreditada