Septiembre se ha consolidado como un mes especialmente crítico para las relaciones de pareja. En diversas regiones del mundo, se observa un repunte notable en las rupturas matrimoniales justo después del periodo vacacional. Este comportamiento no es meramente anecdótico: múltiples estudios y datos oficiales respaldan esta tendencia.
En España, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) informa que septiembre registra el mayor número de demandas de divorcio, incluso por encima del mes de diciembre.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) contabilizó más de 95.000 rupturas en 2024, con un pico particularmente alto en ese mes.
En Estados Unidos, una investigación de la Universidad de Washington detectó dos momentos clave en el año en que aumentan los divorcios: marzo y septiembre. Ambos coinciden con el cierre de periodos vacacionales, lo que sugiere una relación directa entre los ciclos de descanso y las decisiones de separación.
Finalmente, en México, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) también identificó septiembre como uno de los meses con mayor incidencia en separaciones, confirmando que esta pauta estacional tiene alcance internacional.
¿Por qué las rupturas matrimoniales aumentan en septiembre?
El incremento de rupturas en este mes responde a múltiples factores interrelacionados:
- Convivencia intensiva durante el verano: Las vacaciones exponen a las parejas a una convivencia prolongada, que puede revelar conflictos latentes o intensificar tensiones no resueltas.
- Expectativas frustradas: Muchas parejas depositan en el verano la esperanza de “reconectar”, pero la falta de comunicación previa impide que se cumplan esas expectativas.
- Síndrome posvacacional: El regreso a la rutina genera estrés emocional, que puede precipitar decisiones impulsivas como la ruptura.
- Infidelidades y terceras personas: El verano, con mayor libertad y socialización, aumenta la probabilidad de infidelidades, lo que puede detonar la separación.
- Desfase emocional: Tras el verano, muchas personas replantean sus metas personales, lo que puede generar incompatibilidades con la pareja.
Intervención terapéutica en pareja: un enfoque multidimensional para afrontar las crisis
Aunque septiembre se revela como un mes especialmente vulnerable para las relaciones matrimoniales, la buena noticia es que no todas las crisis están condenadas al fracaso. Muchas veces, el malestar que emerge tras el verano no responde a una falta de amor, sino a problemas de comunicación, expectativas desalineadas o dinámicas relacionales disfuncionales que pueden ser abordadas eficazmente en terapia.
Es aquí donde el psicólogo clínico, con formación en sexología y terapia de pareja, se convierte en una figura fundamental. A través de su intervención, ayuda a las personas a entender qué está fallando realmente, más allá de lo evidente y guía a la pareja en un proceso reflexivo que permite transformar el conflicto en oportunidad de crecimiento.
Pero… ¿cómo abordar una terapia de pareja con efectividad?
Desde la experiencia de la psicóloga Núria Jorba, máster en psicología clínica y sexología y una de las voces más sólidas en el campo de la terapia de pareja y sexualidad en España, independientemente del motivo que lleva a la pareja a consulta (celos, crianza, sexualidad, convivencia), la intervención efectiva requiere un mapa terapéutico que contemple múltiples dimensiones de la vida en pareja y vaya más allá de mejorar la comunicación y reforzar lo positivo.
“Si no entendemos cómo están cada una de las áreas que conforman la relación, no vamos a poder intervenir bien. Comunicación y conexión son importantes, sí, pero no bastan. Hay que mirar más a fondo”. Puedes leer la entrevista completa aquí.
Ocho áreas clave para intervenir en la relación de pareja
Jorba, quien además es docente en el Máster Universitario Oficial de Sexología Clínica y Terapia de Parejas de iRG, propone un abordaje basado en ocho áreas fundamentales, que permiten entender y trabajar las raíces profundas del vínculo:
- Confianza y seguridad: Es vital entender en qué fase está la relación (atracción, enamoramiento, amor consolidado y estabilización), para evaluar el nivel de confianza y el tipo de apego. En fases tempranas, por ejemplo, la desconfianza es esperable, más no en relaciones maduras.
- Habilidades de comunicación: Se debe trabajar no sólo lo que se dice, sino cómo se dice. Además, es esencial que la pareja distinga entre debate, discusión y pelea. Esto les da herramientas concretas para parar una escalada antes de que se descontrole.
- Sistema de afecto y cuidados: Cuidar al otro desde el lenguaje que necesita fortalece el vínculo. Ello se trabaja con los cinco lenguajes del amor: palabras, tiempo, actos de servicio, detalles y contacto físico, y el triángulo de Sternberg, donde el compromiso sostiene la intimidad y la pasión.
- Roles en la relación: Primero, se trabaja la identidad individual en pareja: “Quién soy yo como pareja, qué aporto, qué necesito, hasta dónde puedo cambiar”. Luego se analiza desde dónde se relaciona cada uno: si habla desde el niño, desde el adulto o desde el padre.
- Ocio y proyecto de vida compartido: No solo se trata de “hacer cosas juntos”, se necesita visión común y espacio personal. Es importante trabajar el “airear la pareja”: no todo es estar juntos todo el tiempo. El deseo y la valoración nacen muchas veces del espacio, de echarse de menos.
- Acuerdos y necesidades individuales: Una vez fortalecido el vínculo, la persona es capaz de flexibilizar y negociar, desde el deseo y no desde la queja. Expresar, empatizar y accionar son claves para que los acuerdos no se queden en palabras.
- Gestión del conflicto: Se debe diferenciar entre conflictos resolubles (que se pueden negociar) e irresolubles (no se negocian, solo se acepta que hay caminos vitales distintos como, por ejemplo: la decisión de tener o no hijos). Para los resolubles, es fundamental evitar crítica, desprecio, evasión y defensividad si se desea construir acuerdos desde la empatía.
- Sexualidad y deseo: Siempre se trabaja al final, porque si la pareja no se siente conectada, cuidada, escuchada, la sexualidad no va a fluir. La conexión emocional es el fundamento de una sexualidad saludable. No se trata solo del coito, sino de la intimidad y la complicidad que alimentan el deseo auténtico.
Este enfoque invita a ir más allá del típico consejo de “mejoren la comunicación”, porque de acuerdo a la también autora de los libros Parejas imperfectas y felices y Sexo gourmet: “Una pareja necesita mucho más que eso para sanar y evolucionar”.
El regreso a la rutina en septiembre (con sus cargas laborales, nuevas dinámicas familiares y expectativas renovadas) puede afectar negativamente varias de estas áreas, exacerbando tensiones latentes que se gestaron durante el verano. Por eso, entenderlas y trabajar sobre ellas puede no solo evitar la ruptura, sino también abrir la puerta a una transformación más consciente del vínculo.
Conclusión
Las estadísticas nos alertan, pero no nos explican del todo. Cada ruptura en septiembre no es solo un número más de una estadística: es la historia de dos personas enfrentando cambios, silencios acumulados y expectativas que no encontraron espacio.
La intervención terapéutica, cuando se mira con sensibilidad y rigor, puede ser una vía de transformación. Como plantea la especialista: “No se trata únicamente de mejorar la comunicación o reforzar lo positivo: se trata de reconstruir los pilares invisibles del vínculo”. En esa reconstrucción, cada una de las ocho áreas propuestas se vuelve un espejo, una brújula y, a veces, una puerta.
Frente al aumento de las separaciones tras el verano, no basta con señalar el mes. Hay que mirar el momento vital que representa. Septiembre puede ser una oportunidad: no solo para romper, sino también para revisar, comprender y reconfigurar el vínculo de pareja con mayor conciencia.
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Bibliografía:
Consejo General del Poder Judicial. (2025). Estadística de nulidades, separaciones y divorcios. Año 2024. Instituto Nacional de Estadística.
Garoz, J. (2023). Las dos causas que incrementan los divorcios en septiembre. AS.
Ibáñez, C. (2022). La tragedia de septiembre para las parejas. El Nacional.
Priego, L. (2023). Septiembre es el mes de los divorcios. Business Insider.