Vacaciones en pareja: ¿crisis u oportunidad para fortalecer la relación? El rol del terapeuta

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Este artículo explora las razones por las que las vacaciones pueden convertirse en un terreno fértil para el conflicto para las parejas, resaltando el valor transformador del tiempo de calidad compartido y cómo, con acompañamiento profesional, la época estival puede transformarse en una oportunidad para fortalecer el vínculo afectivo.

 

¿Por qué se incrementan los conflictos durante las vacaciones?

 

 

Al salir del entorno habitual, la pareja se enfrenta a una serie de factores que pueden desestabilizar su dinámica:

  • Cambios en la rutina, que revelan incompatibilidades previamente invisibles.
  • Expectativas idealizadas y divergencias en la interpretación del tiempo libre, que generan frustración cuando no se cumplen. Por ejemplo, uno de los integrantes de la pareja puede imaginar unas vacaciones llenas de actividad y exploración, mientras el otro desea descanso y planes tranquilos. Estas diferencias, si no se negocian previamente, pueden dar lugar a malentendidos, reproches y sensación de desconexión.
  • Creencias románticas de fusión, donde se espera que todo se comparta, anulando la necesidad de autonomía.
  • Ausencia de espacio personal para regular emociones y mantener el equilibrio individual.
  • Déficit de habilidades de negociación y resolución de conflictos, especialmente en momentos de tensión prolongada.
  • Rutinas que ahogan la novedad, especialmente en parejas con hijos, donde el tiempo libre se organiza más en función de la logística familiar que del disfrute compartido.

 


El tiempo compartido puede unir o desgastar. El terapeuta ayuda a que sume, no que reste.


 

El poder del tiempo de calidad en pareja

La buena noticia es que el verano en pareja no tiene por qué convertirse en una fuente de tensión. Aunque surjan desafíos, puede representar una oportunidad valiosa para reconectar y fortalecer el vínculo, especialmente cuando se prioriza el tiempo afectivo intencionado.

En este sentido, la psicóloga Núria Jorba, referente en terapia de pareja y sexualidad en España y docente en el Máster Universitario Oficial de Sexología Clínica y Terapia de Parejas de iRG, destaca en entrevista para iRG que el ocio compartido y el proyecto de vida en común son pilares fundamentales en la dinámica relacional. Según Jorba, no se trata simplemente de “hacer cosas juntos”, sino de cultivar motivaciones compartidas, respetar los espacios personales y construir una visión de futuro que dé sentido al vínculo.

 


Muchos conflictos no emergen por el exceso de tiempo juntos, sino por la falta de propósito en esos momentos.


 

En parejas que han dedicado años, por ejemplo, al crecimiento profesional o a la crianza, volver a verse como fuente de disfrute, conexión íntima y atracción puede generar sorpresa o incomodidad. Es en este punto donde el rol del terapeuta de parejas se vuelve esencial: facilitar ese reencuentro, ayudar a resignificar el ocio como espacio relacional y acompañar el proceso de reconexión emocional.

 

¿Cómo ayuda el terapeuta de parejas?

 

 

El papel de los profesionales en facilitar experiencias positivas en pareja es profundamente estratégico y emocional. No se trata solo de evitar conflictos, sino de enseñar a la pareja a construir experiencias compartidas con intención, conciencia y respeto mutuo. Detallamos algunos aspectos clave de la estrategia terapéutica:

Intervención sobre el valor del tiempo compartido con intención

Las investigaciones sobre quality time en pareja señalan que la satisfacción conyugal aumenta significativamente cuando el ocio compartido incluye tres ingredientes esenciales:

  • atención plena mutua,
  • novedad moderada y
  • coherencia con los valores compartidos.

 


No se trata meramente de estar juntos, sino de estar presentes.


 

Por ejemplo, compartir tiempo frente a una pantalla, sin intercambiar palabras, difícilmente fortalece la relación; en cambio, dedicar solo diez minutos a caminar y conversar sin dispositivos puede marcar una diferencia profunda en la conexión emocional.

 

Herramientas clínicas recomendadas:

 

 

  • Agenda de citas conscientes: No basta con desear pasar tiempo juntos: hay que reservarlo. Programar estos encuentros con la misma prioridad que una reunión laboral legitima su valor emocional y refuerza el compromiso con el vínculo.
  • Rueda de intereses: Cada miembro de la pareja elabora una lista con 15 actividades que realmente disfruta. Luego, se identifican las coincidencias y se puntúan las discrepancias en una escala del 1 al 5, según el nivel de apertura o disposición a explorar la actividad propuesta por el otro. Este ejercicio no solo ayuda a visibilizar zonas de encuentro que podrían estar olvidadas, como cocinar juntos o practicar gimnasia suave, también permite construir un banco de ideas para futuras “citas” significativas. La herramienta promueve la curiosidad mutua, el respeto por las diferencias y la planificación de momentos compartidos con mayor intención emocional.
  • Técnicas de atención plena: Instruir a la pareja en prácticas como la escucha consciente o saboreo emocional mejora la calidad subjetiva de cada encuentro, incluso si la duración es breve.

 


La clave está en la presencia, no en la cantidad de tiempo.


 

Desmitificar la fusión amorosa y validar el espacio individual

 

 

Una de las creencias más arraigadas y dañinas en muchas parejas es la idea de que el “buen amor” implica estar siempre juntos. Sin embargo, la literatura especializada coincide en que la intimidad no requiere simbiosis. De hecho, cuando la individualidad se cede, de forma constante, en favor de la unión, suele surgir un efecto paradójico: incrementa la irritabilidad, se instala la sensación de ahogo y se debilita el deseo.

 


El terapeuta es clave para ayudar a la pareja a resignificar el espacio personal como un componente saludable del vínculo, no como una amenaza.


 

¿Cuáles son las intervenciones clínicas recomendadas?

  • Psicoeducación temprana: El uso de metáforas visuales (por ejemplo: como dos círculos que se superponen parcialmente), ayuda a normalizar la necesidad de espacio personal sin generar temor a la distancia emocional.
    Este recurso facilita la comprensión de que un vínculo puede ser sólido y afectivo sin caer en la fusión, promoviendo relaciones más saludables y respetuosas de la individualidad.

 


Un vínculo puede ser sólido y afectivo sin caer en la fusión


 

  • Exploración de creencias subyacentes: Intervenciones basadas en preguntas clave, como “¿Qué temes que ocurra si tu pareja va sola a ese plan?”, permiten revelar miedos profundos, como el abandono, la pérdida de control o los celos, que suelen estar en el núcleo del conflicto. Esta herramienta facilita el abordaje desde la raíz emocional, más allá de las conductas observables, promoviendo una comprensión más profunda y transformadora del vínculo.
  • Asignación de microtareas: Pactar 30 minutos diarios para una actividad individual placentera permite a cada miembro experimentar que el espacio personal elegido no debilita el vínculo, sino que lo fortalece.

 


Mantener un tiempo pactado de autonomía, reduce la dependencia reactiva y favorece una convivencia más equilibrada.


 

Conclusión

Las vacaciones no garantizan, por sí solas, una conexión automática entre los miembros de una pareja. Por el contrario, los momentos compartidos de forma intensiva pueden agrandar las tensiones preexistentes, especialmente cuando hay diferencias no resueltas en expectativas, necesidades emocionales o estilos de comunicación. Para los terapeutas de pareja, este período representa una oportunidad clínica valiosa: un momento en el que las dinámicas relacionales se hacen más visibles y, por tanto, más trabajables.

Con acompañamiento profesional y voluntad compartida, las vacaciones pueden transformarse en un ritual restaurador, capaz de generar nuevas formas de encuentro, fortalecer la intimidad y promover resiliencia emocional.

 


Ayuda a las parejas a planificar con intención, explorar sus creencias subyacentes y construir espacios de calidad compartida permite que el descanso no solo sea físico, sino también vincular.


 

En este sentido, el rol del terapeuta es clave para convertir lo que podría ser un campo de batalla en una experiencia de crecimiento relacional.

 

Bibliografía:

Kang, SK y Hsu, CHC (2004). Nivel de conflicto conyugal y resolución en la selección de destinos vacacionales familiares. Journal of Hospitality & Tourism Research , 28 (4), 408-424. (Trabajo original publicado en 2004)

Rosenblatt, PC, Titus, SL, Nevaldine, A. y Cunningham, MR (1979). Diferencias en el sistema matrimonial y vacaciones de verano: Convivencia, separación y tensión. The American Journal of Family Therapy, 7 (1), 77–84.

 

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Revisado y aprobado por Raimon Gaja, psicólogo clínico, fundador y director de iRG
Escrito por Yezair Silva

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