José, 65 años, hipertenso. Al despertar se sintió mal, pero no quiso preocupar a su familia, así que salió a trabajar. Unas horas más tarde, su esposa y su hija de 15 años recibieron la noticia de que José había sufrido un accidente cerebrovascular. Los médicos consiguieron salvarle la vida, pero la parte izquierda de su cuerpo quedó paralizada, lo que desembocó en una situación de dependencia para hacer las tareas más básicas el resto de su vida.
José era mi padre y quién sabe si la historia hubiera sido distinta si nos hubiera avisado de su malestar. Porque cuando hablamos del ictus cada minuto que pasa sin recibir atención médica reduce drásticamente las posibilidades de recuperación.
En IRG conmemoramos el Día Internacional del Ictus, que se celebra el 29 de octubre, compartiendo información útil para la identificación precoz y promoción de medidas de prevención.
¿Qué es el ictus?
Según el Manual MSD, el ictus o accidente cerebrovascular se define como: “un problema cerebral repentino que ocurre cuando un vaso sanguíneo del cerebro se obstruye o se abre y sangra”. Entre los factores de riesgo que causan su aparición se encuentran los niveles altos de colesterol, la hipertensión arterial, la diabetes, el tabaquismo y la arteriosclerosis u obstrucción de los vasos sanguíneos por depósitos de grasa.
También, existen otros factores que predisponen a la aparición de esta enfermedad, como el consumo de alcohol o drogas, tener antecedentes familiares o padecer de un trastorno de la coagulación sanguínea.
¿Sabías que una de cada seis personas en el mundo sufrirá un ictus a lo largo de su vida? Así lo indican organizaciones como la OMS
La prevención como clave
Además, es esencial tratar condiciones como la apnea del sueño y la fibrilación auricular, que pueden aumentar la posibilidad de sufrir un ictus.
¿Cómo identificar un Ictus?
Al no producir dolor, es posible no darnos cuenta de que estamos sufriendo un ictus, de ahí que sea importante que aprendamos a reconocer los síntomas que nos ayudan a identificarlo.
“Si una persona no puede reírse o muestra una desviación en la cara, no puede levantar alguna extremidad o tiene dificultades para hablar con claridad, entonces podemos sospechar que tiene un ictus y esto es motivo suficiente para llamar deprisa al 112 y activar un código ictus, según explica Mercè Ayesta, la coordinadora de la Fundació Ictus.
Tomado de: www.heart.org/
En español existe el acrónimo “RAPIDO”, que nos facilita la identificación de los síntomas:
- R: rostro caído
- A: alteración del equilibrio
- P: pérdida de fuerza en un brazo o pierna
- I: impedimento visual
- D: dificultad para hablar
- O: obtenga ayuda rápido, llame a urgencias
Consecuencias de sufrir un ACV
Al sufrir un accidente cerebrovascular la vida del paciente y de las personas que le rodean cambia de forma brusca, pues el afectado puede convertirse en una persona dependiente y sus familiares pasan a ser sus cuidadores.
Según cifras de la Fundació Ictus, 1 de cada 3 personas que sufre esta enfermedad tendrán secuelas emocionales, físicas y cognitivas: “Los afectados de ictus deben pasar por un proceso de duelo de pérdida de su estado de salud anterior: primero aceptar que han vivido un ictus y después, poco a poco, aceptar su nuevo cuerpo, entender y volver a aprender a hacer uso de su cerebro, aceptar sus nuevas capacidades».
Un ictus puede producir consecuencias neurológicas, articulares, musculares, así como problemas para controlar los esfínteres, pérdida del control intestinal, problemas para tragar, problemas para el control sexual, cambios en el comportamiento, cambios en la capacidad de pensar, pérdida de memoria y problemas para hablar y comunicarse.
Tratamiento multidisciplinar
En el tratamiento del ictus intervienen varios profesionales de la salud para asegurar una atención integral y multidisciplinaria.
- Médico de urgencias: Es el primer profesional en evaluar al paciente, asegurándose de que reciba el tratamiento adecuado en el menor tiempo posible.
- Neurólogo: Especialista clave en el diagnóstico y tratamiento del ictus. Evalúa el tipo de ictus (isquémico o hemorrágico) y decide los tratamientos neurológicos necesarios.
- Radiólogo intervencionista: Participa en el diagnóstico mediante imágenes como la tomografía computarizada (TAC) o la resonancia magnética (RM), y en algunos casos, realiza procedimientos invasivos para tratar el ictus (trombectomía).
- Fisioterapeuta: Ayuda en la rehabilitación física del paciente, especialmente en la recuperación de la movilidad y la fuerza en las áreas afectadas.
- Terapeuta ocupacional: Trabaja para que el paciente recupere habilidades necesarias para las actividades diarias, como vestirse, alimentarse y moverse con independencia.
- Logopeda: Interviene en la rehabilitación del habla y las funciones relacionadas con la deglución, si el paciente presenta dificultades tras el ictus.
- Neuropsicólogo: Ayuda en la recuperación cognitiva, emocional y conductual del paciente, abordando problemas como la pérdida de memoria, el razonamiento o el control emocional.
- Enfermero/a especializado/a en neurología: Juega un papel crucial en el cuidado y monitoreo del paciente durante su hospitalización y recuperación.
- Nutricionista: Evalúa y ajusta la dieta del paciente para asegurar una nutrición adecuada, que puede ser afectada si hay problemas de deglución o cambios en los requerimientos metabólicos.
- Trabajador social: Ayuda al paciente y a su familia a acceder a los recursos necesarios para la rehabilitación y el cuidado posterior, facilitando el retorno al hogar o la inserción en centros especializados.
Esta combinación de especialistas es fundamental para abordar las diferentes secuelas del ictus y mejorar las posibilidades de recuperación
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La psicología tras el ictus
Desde el punto de vista psicológico un paciente con ictus puede sufrir irritabilidad, agresividad, egocentrismo, apatía, baja tolerancia a la frustración, ansiedad, depresión, fatiga, delirios y baja incontinencia emocional. Además, al cambiar la dinámica familiar, quienes rodean a una persona con ictus pueden tener también problemas psicológicos y emocionales.
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Es muy aconsejable que el paciente y sus familiares acudan a un profesional de la salud mental que les permita transitar el proceso que están viviendo de la mejor manera posible
¿Se puede recuperar una persona tras un accidente cerebrovascular?
Sí, aunque el grado de recuperación varía según la gravedad del ictus, la rapidez con que se inicie el tratamiento y las características individuales del paciente (edad, estado de salud previo, etc.) La rehabilitación puede llevar tiempo y, en muchos casos, las personas pueden experimentar secuelas permanentes, aunque con la intervención adecuada, estas se pueden minimizar.
Un entorno de apoyo es fundamental para la recuperación emocional y física
Los factores clave en la recuperación:
- Tratamiento inmediato: La rapidez en recibir tratamiento es crucial. Cuanto más rápido se restablezca el flujo sanguíneo al cerebro, mejor.
- Rehabilitación temprana: La rehabilitación comienza a menudo dentro de los primeros días o semanas. Incluye fisioterapia, terapia ocupacional, logopedia y apoyo neuropsicológico para trabajar en las funciones motoras, cognitivas y de comunicación afectadas.
- Neuroplasticidad: El cerebro tiene una capacidad notable para reorganizarse y crear nuevas conexiones. Este proceso es clave para recuperar funciones perdidas, como la movilidad o el habla. Cuanto antes se inicie la rehabilitación, mayor será la posibilidad de aprovechar esta capacidad.
- Apoyo familiar y social: Un entorno de apoyo es fundamental para la recuperación emocional y física. La motivación, el acompañamiento y el acceso a recursos son aspectos que influyen en la recuperación.
- Factores individuales: La edad, la extensión del daño cerebral, el estado de salud previo y la ubicación del ictus influyen en las posibilidades de recuperación. Algunos pacientes pueden recuperar completamente las funciones, mientras que otros pueden necesitar asistencia para vivir con alguna discapacidad residual.
- Prevención de recurrencias: Después del ictus, es fundamental seguir un plan de cuidados para prevenir nuevos episodios. Esto puede incluir cambios en el estilo de vida (dieta, ejercicio, dejar de fumar), tratamiento para controlar factores de riesgo (hipertensión, diabetes) y, en algunos casos, medicamentos anticoagulantes o antiplaquetarios.
Muchas personas pueden recuperarse en distintos grados tras un ictus, pero la clave está en el tratamiento inmediato, la rehabilitación intensiva y un buen manejo a largo plazo
Conclusión
El ictus es una emergencia médica que requiere una respuesta rápida y efectiva. La rapidez en la identificación de los síntomas y la activación de los servicios de emergencia marcan la diferencia entre la recuperación total y las secuelas permanentes. Actuar a tiempo no solo puede reducir el impacto del ictus, sino también ofrecer a los afectados una segunda oportunidad para retomar su vida con calidad.
Si quieres tratar de manera especializada a este tipo de pacientes, te invitamos a formarte en el Máster de Rehabilitación Neuropsicológica que ofrece IRG, centrado en el tratamiento de alteraciones que afectan a cualquier dominio cognitivo: atención, memoria, procesos perceptivos, funciones ejecutivas, emoción y conducta.
Bibliografía
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S.A. (2023) Accidente Cerebrovascular (ictus). Disponible en: ://www.merckmanuals.com/es-pr/hogar/breve-informaci%C3%B3n-trastornos-cerebrales-medulares-y-nerviosos/accidente-cerebrovascular-acv/accidente-cerebrovascular-ictus?autoredirectid=24730#%C2%BFQu%C3%A9-causa-un-accidente-cerebrovascular?_v35608196_es